LA OBSERVADORA

Observaciones de un marciano

El ambiente político es denso y el Estado se prepara con todos sus instrumentos, que son muchos y van de los tribunales a la propaganda bien coordinada con la agenda de la Moncloa y los medios coercitivos

Esther Vera
4 min
Observacions d’un marcià

Si se leen los diarios de camino hacia la sesión anual del Círculo de Economía parece que la invasión zombi esté lista. Intercambios epistolares con la petición de un acuerdo para celebrar un referéndum y respuesta con acusaciones de intento de golpe de estado. Coincidiendo con las sesiones que se hacen en Sitges, el portavoz del gobierno español recuerda que España es un estado unitario y que la recuperación de competencias sería relativamente fácil. La posibilidad de involución del autogobierno, más allá de la intervención económica actual de la Generalitat, comienza a expresarse en voz alta y se van moviendo los alfiles para que sea factible.

El ambiente político es denso y el Estado se prepara con todos sus instrumentos, que son muchos y van de los tribunales a la propaganda bien coordinada con la agenda de la Moncloa y los medios coercitivos. Por un lado, Rajoy pone el foco en una propuesta de discusión en el Congreso, sabiendo que sería llevar el debate a vía muerta. Por otro, no es casualidad que el viernes el Tribunal Constitucional diera el aval a la ley del Sistema Nacional de Protección Civil, que permite "asumir la función de coordinación general de los diferentes servicios y recursos públicos". Es decir, controlar a los Mossos asumiendo las competencias de seguridad y quizá también a los medios de comunicación públicos. La evolución actual permite pensar que el delegado del gobierno en Cataluña deberá asumir en algún momento competencias directas. Es a lo que se refería hace unos años un político importante cuando decía que "quizás se debería acabar dando las llaves" del autogobierno para replegarse estratégicamente en función de los acontecimientos y del grado de reacción del Estado.

Los protagonistas de la situación política mantuvieron sus posiciones inalteradas en las intervenciones ante los empresarios del Círculo. Puigdemont dejó frío al auditorio. No hubo complicidad, y el nuevo presidente del Círculo había aprovechado la presentación para echar una mano a Rajoy alineándose con el debate en el Congreso; Brugera no es Antón Costas, sutil y capaz de convertir el galleguismo en diplomacia vaticana y defender con bonhomía una tercera vía inexistente. Un habitual de las sesiones explica la falta de sintonía con el presidente: "Haberse autodescartado de la gestión futura perjudica su percepción como interlocutor".

El vicepresidente y consejero de Economía desplegó su estrategia evangelizadora del Junqueras-es-amor. Destacada la potencia de la economía catalana, con datos impactantes como el crecimiento de la actividad del Puerto de Barcelona (un 25% este 2017 y un 34% en la actividad de contenedores) y la fortaleza exportadora de la recuperación, se centró en desmontar los temores fabricados y puestos en circulación sobre el plurilingüismo en Cataluña.

La invasión zombi inminente de la esfera política llegó con Mariano Rajoy, que la vinculó a la amenaza de destrucción de la recuperación. A diferencia del PDECat, el PP capitaliza abiertamente las medidas de consolidación fiscal y de reformas estructurales de los últimos años, y presentó un escenario de progreso económico y crecimiento amenazado por un grupo de golpistas que llevarían Cataluña y España al desastre. No se puede negar que el discurso es efectivo si alguien no tiene en cuenta que la sociedad catalana, los empresarios que exportan y los que compensan cada día la falta de infraestructuras son los mismos que han puesto las bases para el despegue económico. Ellos también saben que lo que Rajoy califica de "prioridad absoluta del eje mediterráneo" es una vía de exportación solicitada hasta la irritación, que nunca llega y pasa por Madrid, y en un país donde el servicio de Cercanías no presenta los mínimos exigibles.

Los economistas hablan a menudo del observador externo, un marciano capaz de analizar la economía aisladamente. Nuestro marciano habría visto en el Círculo dos mundos. Uno político y uno económico en el que el Proceso no parece interferir, a diferencia de los anuncios apocalípticos.

El marciano habría visto empresarios más optimistas que el año pasado, que han sobrevivido redimensionando empresas y volviéndolas a hacer crecer. Que exportan y que están preocupados por el acceso a mano de obra cualificada para la economía digital y por su capacidad de reacción en mercados voraces e instantáneos. A ellos el premio Nobel Jean Tirole les dio algunas ideas interesantes en su intervención. Estamos en plena revolución digital, que rompe el encaje entre trabajadores y puestos de trabajo y provoca una rápida destrucción de empleo. A los políticos les dijo que los contratos temporales perjudican la formación porque los empresarios invierten menos en ella, y animó a "proteger al trabajador y no el puesto de trabajo". Como siempre, en el Círculo coinciden en un mismo diálogo empresarios del siglo XIX y algunos del XXI, que tienen formas de comunicar que lo dicen todo de sus empresas. Como en las ediciones anteriores, se perpetúa la anomalía de la baja presencia de mujeres en los debates. El futuro es hoy y vamos tarde.

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