El catalán o esa molesta obstinación

Esther Vera
1 min

Esto de hablar catalán no es más que una molesta obstinación. De hecho, el catalán es para un castellanohablante una lengua impenetrable que -como todo el mundo sabe- es familia lingüística del japonés. Hacer ruedas de prensa en las que los periodistas puedan hacer preguntas no es más que ganas de alargar las cosas y pretender informar más allá de las pulidas notas oficiales. Si eres ministro, ¿por qué aceptar preguntas si te permiten hacer una declaración propagandística en vez de dar información? ¿Por qué decir que un peligroso terrorista ha huido si se puede dar una célula por desarticulada? De hecho, hacer declaraciones institucionales en catalán, castellano, francés e inglés son ganas de enredar cuando hay 15 muertos y más de un centenar de heridos de una treintena de nacionalidades.

Cuando la realidad se convierte en una farsa, abre los ojos de muchos. Los acontecimientos vividos en Cataluña en los últimos días han provocado un nivel de inmundicia y propaganda tan grande que será difícil que se mantengan intactas algunas prácticas políticas que son un insulto a la inteligencia de los ciudadanos. También será difícil considerar periodistas a los soldados. Los próximos días veremos si la sociedad española permite que se imponga el griterío estéril sobre la lengua y el ejercicio del autogobierno en Cataluña, o está dispuesta a hablar seriamente de una amenaza global y del riesgo de acabar con la cohesión de nuestras sociedades ante desafíos tan complejos como la atracción de la violencia y la lucha entre el islam y el islamismo. Me temo que será una pregunta retórica.

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