Creo que a Suárez no le hubiera gustado

Lucía Etxebarria
3 min

José María de Areilza fundó en 1976, junto a Pío Cabanillas, el primer Partido Popular, integrado después en la UCD, que abandonó ante la llegada al partido de Adolfo Suárez. En 1977 Joaquín Ruiz-Giménez presentó su candidatura a diputado por Izquierda Democrática dentro de la Federación de la Democracia Cristiana (FDC). Derrotado en las elecciones de 1977, se retiró de la política. En esas listas de Democracia Cristiana iba el nombre de mi padre. Joaquín Ruiz-Giménez, José María de Areilza y Enrique Tierno Galván, plantearon en 1977 una candidatura democrática para el Senado por Madrid. Por esa razón yo, de pequeñita, he pasado tardes enteras en la casa de Joaquín Ruiz Giménez, y hay fotos mías en brazos de Tierno Galván.

Desconozco el grado de amistad que mantuvo mi padre con Adolfo Suárez. Sé que hay fotos de mi padre con Suárez, y que desde luego tuvieron que conocerse, pues tras el fracaso de FDC mi padre entró en UCD. Esta cercanía a UCD no le impidió a mi padre seguir siendo abiertamente un nacionalista vasco. En aquel momento, esa postura no le sorprendía a nadie. De hecho, si no hubiera sido así, no se habrían pactado los Estatutos.

José María de Areilza y Joaquín Ruiz Giménez, representaron en su momento, respectivamente, a "la derecha civilizada" y a la "derecha cristiana" (según terminología de los diarios de la época), frente a la "derecha del búnker" o la derecha franquista. Es decir, frente a los defensores del mantenimiento de la legalidad franquista. Suárez representaba también la derecha aperturista y la oposición al búnker.

El intimísimo amigo de mi padre tiene hoy 90 años y se llama Francisco Altemir. No es "rojo" ni nunca lo ha sido, no es un "radical de izquierdas". Es un señor que en su momento luchó contra el franquismo desde Izquierda Democrática, en la clandestinidad primero y abiertamente después. Y no luchó precisamente desde la izquierda radical, sino desde la postura que Suárez representaba en UCD: el centro democrático. El sábado, este señor, Francisco Altemir, a sus noventa años, se fue a la Marcha por la Dignidad.

Desde el poder se quiere dividir en "izquierda" y "derecha" y resulta que ahora todos los que defendemos lo que mi padre defendió (el estado del bienestar, la democracia, frente a la oligarquía dictatorial, frente al búnker) somos de izquierdas. Pero no. No es así.

Cuando Suárez fue presidente, el búnker, pese a su escaso apoyo social, dominaba el ejército y un órgano fundamental dentro de la organización del Estado, el Consejo del Reino. Hoy el búnker controla el Gobierno y los medios de comunicación.

El sábado había dos millones de personas en la calle. Cifra de los convocantes y de la prensa internacional. No fuimos "decenas de miles" como aseguran RTVE, 'El País' o 'El Mundo'. Ni éramos todos "radicales de izquierdas" ni mucho menos.

El apagón informativo, interesado y cómplice, que ha habido sobre las marchas de la Dignidad ha sido escandaloso. Pero que la muerte de Suárez se utilice como cortina de humo para intensificar el apagón informativo me parece algo verdaderamente perverso. No creo que a él le hubiera gustado.

Me he quedado de piedra cuando un amigo periodista que trabaja en informativos de una cadena de alcance nacional me escribe el siguiente guasap: "Ir a las manifestaciones que retransmite la Sexta no me atrae mucho, no me veo al lado de banderas anticonstitucionales, y menos al lado de radicales de ultra izquierda. Esta tarde tengo partido y si ganamos al Barça tendré una gran semana".

Nada, chaval, que si tú prefieres ver fútbol y seguir viviendo en el país más corrupto de Europa (no lo digo yo, lo dice la Comisión Europea), en el que tiene mayor paro, en el que puede presumir de la mayor desigualdad social de toda la eurozona, y prefieres ver fútbol a defender los derechos de tus hijos... Realmente creo que te deberían quitar el carnet de periodista. Ah, que tu no tienes hijos. Pero yo sí tengo una hija.

Tú sigue viendo fútbol e integrado en tu dictadura 'de facto'. Porque desde Montesquieu sabemos que una democracia sin separación de poderes no puede llamarse tal. Y cuando el cuarto poder se fusiona con los otros tres, mal vamos. Y llámanos a todos los demócratas "radicales de izquierdas". Leyendo cosas así, cada día me da más vergüenza tener pasaporte español.

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