¿Y la europea?

La UE no ha evitado la división Norte-Sur y Este-Oeste y ha exacerbado las tensiones regionales

Jordi Angusto
3 min
¿Y la europea?

EconomistaCataluña, Escocia, Lombardía, el Véneto, Córcega... La Unión Europea (UE), que debía llevar la paz entre unos estados con guerras pasadas recurrentes, no ha evitado la división Norte-Sur y Este-Oeste y, encima, ha exacerbado las tensiones regionales dentro de los propios estados miembros. ¿Un mal invento o un nuevo orden supranacional que pide un nuevo encaje de los estados y naciones que lo componen? ¿Un nuevo orden que por fuerza rompe los equilibrios estatales donde estaban peor cosidos?

El Reino Unido decidió hacer un referéndum para salir de la UE poco después de aceptar que Escocia hiciera el suyo para salir del Reino Unido. Un ejemplo de la doble presión de los estados de la UE, obligados a ceder soberanía por arriba y por abajo, y de la reacción para volver atrás y "recuperar el control" que, más allá del Brexit, se ha extendido entre muchos países miembros de la UE. Primero lo reivindicaba la derecha, para levantar muros contra la inmigración interior y exterior; más tarde se ha sumado a ello la izquierda, para recuperar las herramientas necesarias para garantizar la justicia social interna. Para los primeros, el acuerdo de Shengen es un disparate; para los segundos lo es la unión monetaria.

Sin embargo, la inmigración es imprescindible para sostener a una UE envejecida y ha sido siempre un motor de crecimiento económico, y el hecho de tener moneda propia no exime a nadie que quiera salirse de la necesidad de ser competitivo. En todo caso cambia la forma en que se materializa esta exigencia y cómo se penaliza su incumplimiento. Fuera del euro se puede devaluar la moneda para recuperar posibles pérdidas de competitividad, mientras que dentro del euro solo se puede devaluar internamente, forzando a la baja la masa salarial. Sin embargo, esto último es lo que está pasando en todo el mundo, con independencia de si los países disponen o no de moneda propia, tal como demuestran los datos de los que dispone el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Las limitaciones de la UE

No es objeto de este artículo analizar el porqué de esta tendencia, que tiene como consecuencia el aumento de la desigualdad y la colosal concentración de riqueza actual, sino evidenciar que ningún país por sí solo se ha podido liberar de ella. ¿Podría o hubiera podido liberarse la UE? Por lo menos, puede intentar aligerarla y, sobre todo, evitar agravarla, como desgraciadamente ha hecho con la austeridad y la obsesión alemana por el superávit exterior. Y es en relación con esto que tiene sentido juzgar a la UE e intentar influir en su rumbo. Al igual que ocurre con el cambio climático y los flujos migratorios, en el que el papel de los estados no está siendo precisamente admirable y en el que, si estuvieran aislados, todavía podrían hacer menos.

Desde el Sur hay quien pide convertir a la UE en una "unión de transferencias", con flujos fiscales permanentes de las regiones con más renta a las que tienen menos. Es decir: hacer como se hace en España e Italia. Es lo que el Norte rechaza por los mismos motivos que se han esgrimido en esta serie de artículos: porque estos mecanismos congelan las disparidades, en vez de reducirlas, y cronifican el desempleo en las regiones receptoras. Todo ello hace que sean unos mecanismos totalmente injustos, además de ineficientes, y que empobrecen el conjunto. ¿O alguien puede poner a España e Italia como ejemplos de economías prósperas y equitativas? ¿La supuesta solidaridad Norte-Sur beneficia a los parados, aunque sea con subsidio, o más bien a las empresas poco competitivas pero rentables gracias a los bajos salarios que el paro propicia? ¿Y este paro no es, en definitiva, una malversación de recursos que impide un PIB per cápita superior?

A una cierta izquierda le provoca urticaria el concepto de competitividad, como si fuera posible tener éxito sin serlo. Es cierto que no hay que serlo más que los demás ni querer vencer a nadie, pero si lo eres menos, estás perdido y vencido. La competitividad es una condición de supervivencia previa a establecer el binomio eficiencia/equidad; una condición que nadie puede pretender que un tercero le satisfaga.

El estado del bienestar, en riesgo

Los datos existentes demuestran la tendencia decreciente de la masa salarial en todo el mundo y, en consecuencia, la degradación del estado del bienestar. En el gráfico de la UE podemos ver, sin embargo, que el nivel de cada país es diferente y proporcional a su eficiencia o grado de desarrollo. Y dentro o fuera de la UE, este es el reto: alcanzar la máxima eficiencia y utilizarla para maximizar el estado de bienestar. En este sentido hay que destacar la anómala posición de Cataluña en el gráfico, ya descrita al analizar la factura social del déficit fiscal: una masa salarial por debajo de la española, a pesar de su superior productividad.

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