El análisis de Antoni Bassas: 'Iglesias y la comparación de Puigdemont'

Todo el Govern repartido entre la prisión y el exilio pusieron al estado español en evidencia, sobre todo en aquello de “en ausencia de violencia se puede hablar de todo”

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Al final, iremos a votar el 30 de mayo. El Govern y los partidos lo decidieron porque de aquí cuatro meses hará menos frío, habría menos contagios y mucha gente vacunada. Para llegar a esta conclusión tan lógica, mejor habría sido no convocarlas en febrero o convocarlas y haber implementado el voto electrónico, por ejemplo. Los únicos que se han opuesto son el PSC, disgustados porque el ministro Illa transformado de la noche a la mañana en candidato ya no podrá dar la impresión relámpago que Pedro Sánchez y Miquel Iceta pretendían.

Una de las consecuencias del atraso es que el indulto a los presos políticos que el gobierno español daba a entender que concedería se puede atrasar, también, hasta pasado el 30 de mayo.

Hoy explicamos que desde la Moncloa el PSOE y el PSC creen que la cosa más importante es desviar el Procés de la precampaña electoral, que en ERC están convencidos que si llegara el indulto sería parcial, es decir, que les permitiría salir de la prisión pero en ningún caso ejercer de candidatos. Fuentes de la dirección del PSC dicen con indignación que si “el Govern no tiene prisa por votar” tampoco Sánchez la tiene para resolver los indultos, y que los socialistas creen que conceder los indultos antes de las elecciones les “perjudicaría”.

Y en esta situación, Pablo Iglesias. Ayer fue entrevistado en La Sexta. Iglesias dejó dos titulares. Uno, que él y los ministros de Podemos se habían dado cuenta que “estar en el gobierno no es estar en el poder”. Hay tanta sinceridad como ingenuidad en la frase. Iglesias ha descubierto no tan solo los límites del poder democrático ante el poder económico, así en genérico, que es un problema conocido en todo el mundo democrático, sino también las limitaciones concretas del poder democrático en España, que se resume en el hecho de que la democracia en España es lo que puedan aceptar el PP y el PSOE; y que en materia de monarquía, por ejemplo, es exactamente lo mismo, como vimos la semana pasada cuando el PSOE anunció que votaría en contra de investigar en el Congreso las tarjetas opacas del rey Juan Carlos, a pesar de que, esta vez, los letrados del Congreso habían redactado un informe favorable a la investigación.

Pero el segundo titular hará ruido, será de aquellos que le recordarán toda la vida:

¿Por qué el rey emérito es un fugado y Puigdemont un exiliado, que es como los llama usted a uno y a otro?

Pablo Iglesias: "Yo no comparto los objetivos políticos de Carles Puigdemont, en ningún caso, pero si está en Bruselas no es por haber robado dinero a nadie, ni por haber querido enriquecerse ni haber metido la mano en el bolsillo de nadie, sino por llevar sus ideas políticas hasta un extremo y por vías a mi juicio erróneas, y que no tienen que ser indiferentes al derecho. Pero de alguna manera, [...] se ha jodido la vida para siempre jamás por sus ideas políticas, que yo no comparto. Y no creo que sus actos como presidente tengan que ser necesariamente indiferentes al derecho. Lo del otro, si es verdad, pongámoslo todo "presuntamente" [...] si ha robado dinero o utilizado tarjetas black, creo que la consideración moral es totalmente diferente y lo siento en el alma si esto que digo molesta a alguien".

Las comparaciones históricas siempre son malas. Es evidente que los exiliados republicanos huían de una guerra y, en muchos casos, de una muerte segura porque Franco se firmó sentencias de muerte de adversarios políticos inocentes solo por el objetivo de “hacer limpieza”. Pero creo que Iglesias invita a pensar en el fondo de los hechos: en España, alguien que lucha por sus ideas políticas, convertidas en mayoría parlamentaria y las materializa, después de haberlo probado todo, ve la represión del Estado, incluso la represión violenta, y se exilia porque sabe que no tendrá un juicio justo. Y no se equivoca.

Como dice Iglesias, Puigdemont no ha robado, ni ha matado, ni ha escondido dinero a Hacienda (como parece que sí que hizo el rey Juan Carlos), sino que puso unas urnas para que pudiera votar todo el mundo. Y se ha presentado ante la justicia, la alemana y la belga, y esta última ha llegado a decir que en España, un exiliado como el conseller Lluís Puig corría el riesgo de no ver respetado su derecho de tener un juicio justo.

Igual que el PSOE se pone en evidencia cuando corre a proteger al rey y demuestra que no todos somos iguales ante la ley, todo el gobierno de la Generalitat repartido entre la prisión y el exilio, más Jordi Cuixart y Jordi Sànchez, pusieron al estado español en evidencia, sobre todo en aquello de “en ausencia de violencia se puede hablar de todo”. Ya vimos que no.

Nuestro reconocimiento para los que trabajan en primera línea, un recuerdo para los que sufren, para los presos políticos, para los exiliados, y que tengamos un buen día.

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