A ver si esta vez abrimos los ojos del mundo

Ahora que vienen las elecciones europeas estaría bien que volviéramos a los temas internacionales

Bru Rovira
3 min
Una voluntària observant si hi ha pasteres a l’horitzó en la missió 43 de l’Open Arms davant la costa de Líbia, quan el vaixell de l’ONG catalana encara podia fer rescats al Mediterrani.

Uno de los gestos más vistosos y más esperanzadores después del voto de censura que convirtió a Pedro Sánchez en el nuevo presidente del Gobierno fue el permiso que se concedió al barco de rescate Aquarius para atracar en la ciudad de Valencia y descargar a los migrantes que navegaban a la deriva sin que ningún país les quisiera acoger.

Parecía que habría un cambio importante en la política humanitaria. Que hablaríamos de la responsabilidad que tenemos los países ricos en un mundo que se hace añicos. Que queríamos dejar de ser ovejas de la Unión Europea y que teníamos nuestra propia opinión. ¡Éramos diferentes!

Pero todo quedó en un gesto. Hoy el Aquarius tiene prohibido seguir haciendo rescates en el Mediterráneo, lo mismo que le pasa al Open Arms, uno de los barcos de rescate más activos y comprometidos.

Durante la reciente campaña electoral no se dijo ni una palabra de quiénes son y de qué infierno huyen toda esta gente que pide ayuda, y solo se les utilizó como una posible amenaza para nuestra convivencia. El chivo expiatorio de siempre, el otro, que no queremos conocer, que nos ahorra mirarnos en el espejo en el que ofrecemos una imagen lamentable.

Ahora que vienen las elecciones europeas estaría bien que volviéramos a los temas internacionales, porque es una evidencia difícil de esconder que los principales retos del mundo de hoy son globales, ya sean de orden político, económico, filosófico, moral o ecológico. Y que si damos la espalda a la realidad que nos rodea, cuando la realidad nos atrape sin remedio nos encontrará completamente indefensos para poder gestionarla, y mucho más individualistas, burros —y violentos—, de lo que ya somos.

Volvamos al Aquarius y al Open Arms: desde que Europa celebra haber frenado el flujo de migrantes que atraviesan el Mediterráneo, la mortalidad ha aumentado un 13,8%.

Al mismo tiempo que se prohíben los barcos de rescate, la UE da apoyo a los guardacostas libios y Francia acaba de comprarles seis barcos. (Hay que recordar cómo estos guardacostas disparan contra los barcos de rescate y cómo se maltratan a los migrantes, que se entregan a centros de detención donde son objeto de todo tipo de violencias: todas las personas que sobreviven en Libia cuentan escenas de torturas, violaciones y esclavismo.)

Desde principios de abril los combates armados han aumentado en todo el país, dividido entre dos autoridades rivales. Al oeste hay el Gobierno de Unión Nacional (GNA). Al este, el Ejército Nacional de Libia, del mariscal Haftar. Los combates están provocando una nueva gran ola de refugiados internos y miles de migrantes han quedado atrapados en los centros de detención o bien se mueven por el país sin ningún tipo de seguridad.

El periodista de AFP Simon Valmary ha puesto nombre, desde Trípoli, a algunos de estos migrantes atrapados en medio de la guerra:

Abdelrasoul, 38 años, sudanés, de Darfur. En 2004 destruyeron su pueblo. Mataron a toda la familia. Consiguió llegar al campo de refugiados de Kalma (donde se han denunciado violaciones masivas de mujeres y asesinatos sistemáticos de civiles). En 2013 se escapó a Egipto, cruzó la frontera de Libia y lo secuestraron y torturaron tres veces antes de llegar a Trípoli. ¡Hace quince años que empezó su padecimiento!

Jihan Hussein, 26 años, sudanesa. Llegó a Libia hace siete meses, con el marido y dos hijos. Al marido se lo llevaron unos hombres ofreciéndole trabajo. No lo ha visto más. Vive en la calle, en una casa en ruinas. La han violado varias veces. “No puedo más”, dice. “Estoy dispuesta a vender uno de mis órganos, un riñón o lo que sea, si así puedo obtener el dinero para atravesar el mar hasta Europa”.

Algunas de las mujeres entrevistadas por el mismo periodista estaban embarazadas de sus violadores.

Mientras tanto, la Compañía Nacional del Petróleo (NOC) anunciaba el día 27 de abril un aumento del 20% de la producción, con unos beneficios superiores a los 1.300 millones de dólares durante el mes de marzo, y la apertura de los pozos de Oubari (350.000 barriles diarios). El día 29 los combates se acercaron a los pozos de Al-Charara, de las empresas Repsol (española), Total (francesa), OMV (austríaca), Statoil (noruega) y la misma NOC. La producción de petróleo no está en peligro, pero los inversores extranjeros se mostraban muy preocupados.

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