Editorial

Sánchez tiene que escuchar al soberanismo

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Un home diposita el seu vot a l'urna, en una imatge d'arxiu. / ACN

El PSOE ha ganado claramente las elecciones cambiando el mapa político español, con el PP de Casado hundido y Ciudadanos pisándole los talones. La derecha, fragmentada y con la nefasta irrupción de un partido ultra como Vox, sufre en conjunto un fuerte retroceso del que sólo sale beneficiado Rivera. La izquierda ha dado un paso adelante, impulsada por una fuerte participación y con los socialistas capitalizando el voto a costa de los de Iglesias, que dan un notable paso atrás. El líder socialista español, Pedro Sánchez, deberá decidir ahora cómo gestiona su triunfo. Podría sumar con el partido de Rivera, lo que supondría, sin embargo, contradecir el mensaje que cada vez ha dejado más claro a medida que avanzaba la campaña: la necesidad de frenar a la derecha y a la ultraderecha, y la voluntad de respetar la España plural. Pactar con Cs, que ha atizado el miedo a lo que ha definido como la anti-España, resultaría poco digerible para sus votantes.

En efecto, el electorado ha hecho caso a Pedro Sánchez, le ha comprado la moderación y la tolerancia. Tanto en el conjunto del Estado como en Cataluña. Especialmente en Cataluña, donde se ha producido una fuerte movilización contra el llamado 'trifachito'. En Cataluña el independentismo se ha impuesto claramente, y aumenta su fuerza con una ERC pragmática a la cabeza, que, además, ha crecido no propiamente a costa de JxCat, que mantiene posiciones, sino ensanchando la base soberanista. El PSC queda en segunda posición, con unos buenos resultados, y supera claramente a los 'comuns' de Asens y Colau, en caída. En cambio, las derechas españolistas bajan mucho en Cataluña, en porcentaje y también en escaños, especialmente el PP, para el que el efecto Cayetana ha resultado un desastroso espejismo: sólo sacan un escaño de los cuatro que tenían. La peligrosa irrupción de Vox es mínima, también un solo escaño, mientras que Arrimadas mantiene sus cinco, pero queda muy lejos del gran resultado que hizo en las últimas catalanas, cuando alcanzó el 25% de los votos (ahora se queda en el 11,5%).

Pedro Sánchez haría bien, pues, en captar cuál es el sentido del voto que ha recibido. Si de lo que se trata es de buscar una solución política a la demanda soberanista en Cataluña, los resultados tanto en España como en Cataluña son claros. En España gana él y derrota a un españolismo de derechas radicalizado y contaminado por el discurso ultra. En Cataluña gana el independentismo dialogante y en el bloque constitucionalista el PSC casi dobla al 'trifachito', que, por ejemplo, ha quedado a cero en el otro territorio nacional diferencial, el País Vasco. La España plural se fortalece en las urnas ante lo que era la amenaza de una dura involución unitarista y xenófoba. El PSOE debería ser leal a esta expresión de la soberanía popular para abrir una nueva etapa que rompa de una vez con el discurso de la confrontación alimentado torpemente por PP, Cs y Vox y todo su potente coro mediático. Quizás ha llegado la hora de que Pedro Sánchez venza el miedo y rompa la dependencia, en las cuestiones nacionales, del discurso incendiario de la derecha, y acepte, por tanto, que demonizar el soberanismo no hará que desaparezca.

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