Ara

Por la libertad de los presos políticos

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Exterior del centre penitenciari número 7 de Madrid, la presó d'Estremera

BarcelonaEl documento periodístico que hoy mostramos en el diario ARA nos sitúa cara a cara con la evidencia de una injusticia. Es un recordatorio a la vez emocionalmente duro y políticamente necesario. No podemos ni queremos olvidar a los presos políticos. Lo hemos escrito muchas veces y lo repetiremos siempre que sea necesario: es una vergüenza que en España haya presos políticos, es decir, políticos presos por sus ideas, por haberse arriesgado a dar la voz a la gente a través de las urnas. ¿Qué hacen políticos demócratas y pacíficos como Oriol Junqueras, Joaquim Forn y Raül Romeva en Estremera? Nunca deberían haber entrado. Nunca hubiéramos imaginado que un día mostraríamos imágenes como éstas, imágenes de denuncia e imágenes, también, de dignidad de las personas que están sufriendo prisión con un comportamiento ejemplar, a pesar de sufrir una pena preventiva que no tiene ninguna justificación, como se ha demostrado con el trato que la justicia europea está dando a los políticos catalanes exiliados.

La libertad de los presos políticos -de aquellos de cuya vida entre rejas hoy conocemos detalles visuales y de todos los demás (Carme Forcadell, Dolors Bassa, Josep Rull, Jordi Turull y también los líderes civiles Jordi Cuixart y Jordi Sánchez)- es una condición 'sine qua non' para que Cataluña y España puedan volver a un diálogo político que nunca debería haberse roto. Entretanto, la degradación de la vida democrática está alcanzando cotas inexplicables que van mucho más allá del independentismo catalán. Ya hay incluso cantantes exiliados. Desgraciadamente no podemos hacernos muchas ilusiones. La máquina judicial seguirá su curso. Pero mientras persista esta enorme anomalía, también seguirá su curso la denuncia periodística, y la política, y la cívica.

Y, sin embargo, el momento político, con nuevos gobiernos en Barcelona y Madrid, debería permitir un cambio, debería abrir alguna rendija. Un cambio, repetimos, que pasa por entender la gravedad que una injusticia como esta representa para cualquier democracia. Un cambio que debería pasar por una distensión real. Porque en la cárcel hay ciudadanos y políticos honrados, algunos de los cuales recibieron en las pasadas elecciones millones de votos. No se puede aprisionar las ansias de libertad y la voluntad política de tanta gente. Gente que cuando ve a Junqueras, a Romeva o a Forn privados de libertad, se siente identificada con ellos. Gente que siente en la propia piel su reclusión.

Estas imágenes son un recordatorio triste -sobre todo para los familiares y los amigos- pero imprescindible. Hace muchos años, en 1934, Lluís Companys, entonces presidente de la Generalitat, y muchos miembros de su gobierno también fueron encarcelados. Su imagen entre rejas se ha convertido en icónica, es el recordatorio imborrable de una época dramática. Hoy volvemos a vivir tiempos difíciles, como si la historia se repitiera. El Estado vuelve a tratar el problema catalán con una severidad y una incomprensión difíciles de explicar. ¿Cuándo aprenderán? ¿Cuándo podremos tratar políticamente lo que es un problema político, democrático? ¿Cuándo habrá diálogo de verdad? ¿Cuándo?

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