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Trump: un peligro para los EE.UU. y para el mundo entero

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Membres de la Guàrdia nacional arriben aquest dimarts 12 de gener al Congrés, que es prepara per un nou 'impeachment' a Trump.

BarcelonaLa frase la pronunció este miércoles la presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, la demócrata Nancy Pelosi, al inicio del debate sobre el segundo impeachment contra Donald Trump: "Se tiene que ir. Es un peligro claro para la nación". Y todavía habría que añadir que, después del asalto al Capitolio, es un peligro para todo el mundo. Por lo tanto, este segundo proceso de destitución, aunque no tenga un efecto práctico inmediato porque el día 20 Joe Biden pasará a ser el nuevo presidente, está más justificado porque le impedirá presentarse a las elecciones del 2024.

Lo que está pasando en las últimas horas en el Partido Republicano es especialmente significativo, puesto que el apoyo monolítico que hasta ahora ha sido dispensando a Donald Trump empieza a agrietarse. Una decena de congresistas republicanos han votado a favor del juicio político, y el jefe del Grand Old Party en el Senado, Mitch McConnell, ha filtrado a la prensa que no vería mal que este impeachment triunfase porque sería la manera que tendrían de quitarse de encima la pesada sombra de Trump durante los próximos cuatro años. También una figura capital en el mandato de Trump, su vicepresidente Mike Pence, empieza distanciarse de su todavía superior, sobre todo a raíz de los insultos que le dedicó por haber validado en el Senado la victoria de Biden el día de la insurrección trumpista.

Aun así, todos estos gestos llegan tarde, muy tarde. El Partido Republicano intenta ahora desmarcarse del monstruo que han creado y detrás del cual habían desfilado de manera obediente y acrítica con poquísimas excepciones como la de Mitt Romney o John McCain antes de morir. Durante cuatro años han estado jugando con fuego y al final se han quemado. Confiados en que Trump era una carta ganadora, no les ha importado ver cómo degradaba las instituciones y ponía en peligro principios básicos de la democracia, como por ejemplo el respecto a las leyes o la libertad de prensa. No se daban cuenta de que estaban cavando su propia tumba, que, dando alas al populismo y al extremismo, a la megalomanía de un personaje nefasto como Trump, estaban arrastrando su país al barro y, peor todavía, al ridículo más espantoso del último siglo.

La deriva ultraconservadora del Partido Republicano ha sido de tal calibre que ahora mismo George Bush hijo se nos aparece como una voz moderada, como también la del ex gobernador de California y celebérrimo actor Arnold Schwarzenegger. Es posible, sin embargo, que Trump haya funcionado como una vacuna, puesto que la pesadilla de su mandato ha servido para despertar la conciencia política de muchos ciudadanos norteamericanos pertenecientes a minorías que se han sentido amenazados y que hasta ahora no participaban en el juego político. La elección del primer senador negro y el primero judío en el estado sureño de Georgia es una buena muestra de cómo está cambiando la correlación de fuerzas demográficas. Los Estados Unidos dejarán en pocos años de ser un país de mayoría blanca, y esto tendrá enormes consecuencias en el mapa político. Y unos pocos republicanos han visto que o fuerzan un cambio de rumbo en el partido o están condenados a la irrelevancia.

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