Una desescalada con optimismo y prudencia

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Hoy reabren bares y restaurantes, después de 37 días limitados al servicio para llevar o a domicilio. También teatros, cines, auditorios y salas de concierto. Se amplía igualmente el rango de comercios que pueden recuperar la actividad (por encima de los 800 m(2) de superficie, excepto centros comerciales). En el deporte, se permite recuperar la actividad en instalaciones al aire libre y en gimnasios y piscinas. Y en la educación, se retoman las actividades extraescolares. Todo, eso sí, con limitaciones de aforo y horarias, porque el toque de queda nocturno y el perimetral de fin de semana se mantienen. Es, pues, el inicio de la desescalada en Catalunya de la llamada segunda oleada de la pandemia. Un momento que tiene que invitar al optimismo, a ver la luz al final del túnel y a recuperar espacios oxigenadors. Los efectos del covid-19 son varios, pero uno es la coraza social y emotiva a la que nos obliga, y hay que tenerlo en cuenta.

Al mismo tiempo, sin embargo, conviene recordar el efecto tapón de botella de cava que se produjo la última semana de junio y a principios de julio. El estallido con el que nos entregamos a dejar atrás el largo confinamiento de la primavera, y que hizo que nos mantuviéramos todo el verano en unos niveles de pandemia contenidos pero demasiado altos, y que tuvieron un efecto multiplicador cuando llegó la segunda oleada.

Como entonces, el optimismo viene de la mano de unos datos que mejoran día a día. La velocidad de propagación sigue por debajo de 0,8 (0,77), continúa bajando el número de positivos en 24 horas (1.204 por los 1.937 del balance anterior) e incluso las UCI reducen la cantidad de pacientes ingresados (514, 13 menos). Pero el descenso de las cifras no significa que hayamos llegado todavía a buen puerto. Estos mismos datos, por ejemplo, todavía tienen que bajar más, pero es que los ingresos hospitalarios ayer aumentaron (25 más, para 2.085 totales), igual que las defunciones. Por lo tanto, y sin perder ni una brizna de optimismo, hay que tener presente que se necesita más esfuerzo para conseguir aplanar la curva de la segunda oleada y poder seguir ganando terreno al virus y a las restricciones.

Este esfuerzo se tendrá que centrar en todas aquellas actividades donde se pueda dar la combinación más conflictiva: acumulación de personas, actividad social y poca ventilación. Y es cierto que en primer lugar se piensa en la restauración, o en las salas de concierto, pero tampoco se puede olvidar que este viernes es el llamado Black Friday. El sector comercial se espera un récord de ventas online, y será un buen indicador que sea así, porque tampoco nos podemos permitir imágenes de aglomeraciones en los comercios. Es evidente que restauración, salas de conciertos y comercios tienen mucho que decir para hacer que todo vaya bien, pero como sociedad, como personas, como clientes, también somos protagonistas.

El camino de la desescalada no está siendo fácil. Algunas decisiones, errores y rectificaciones lo están complicando. Y es cierto que la gestión en general de la pandemia tiene lagunas (como la cobertura de los sectores económicos y sociales damnificados). Pero justamente por eso tenemos que querer culminar la recuperación de la mejor manera posible.

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