Editorial

El consenso que reclama Pedro Sánchez ya existe

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El consenso del 75% que el presidente de España, Pedro Sánchez, reclamaba esta semana a la sociedad catalana ya existe. La supuesta fractura no es tal: los ciudadanos quieren dirimir sus legítimas diferencias en las urnas, democráticamente. Quieren que se haga política; rechazan la judicialización de la política. La encuesta que publicaba este domingo el ARA es diáfana en este sentido: el 80,4% de los catalanes son partidarios de un referéndum acordado con el Estado como salida a una situación enquistada que ha conllevado cárcel y exilio para los políticos y líderes sociales catalanes independentistas. De hecho, también hay un amplísimo consenso en la injusticia que supone esto último: el 78,1% de los catalanes son contrarios a la prisión provisional y el 77,5% creen que la acusación de rebelión violenta es infundada.

Concretamente, Pedro Sánchez reclama que esta mayoría social catalana se traslade a acuerdos del Parlamento del Parque de la Ciutadella. Si su apuesta es sincera, él mismo debería tomar la iniciativa para que el PSC contribuyera a hacer posible que la cámara catalana responda a esta mayoría social. Y no sería tan difícil porque, de hecho, entre los votantes del PSC, en contra de lo que dicen sus líderes, también es mayoritaria la opción de un referéndum pactado: el 71% de los que votaron socialista el 21-D están a favor. Y si nos fijamos en el bloque de los contrarios a la independencia, un 61% comparten la idea de una consulta pactada. ¿Dónde está, pues, el problema? ¿Quién no quiere pactar? ¿A quién dan miedo las urnas? Cuesta mucho no pensar que la insistencia en hablar de una fractura de la sociedad catalana no sea un objetivo político, no responda a la voluntad efectiva de fracturarla, a la voluntad de esconder el consenso real en torno al referéndum.

El presidente español reunirá su consejo de ministros en Barcelona el próximo viernes, coincidiendo con el aniversario del 21-D. Si esto se queda en un gesto vacío, habrá sido una nueva oportunidad perdida para comprender las aspiraciones de la sociedad catalana. El independentismo, con los presos en huelga de hambre, se movilizará para hacerle sentir su voz, mientras que el Govern debería aceptar una reunión de presidentes. Sería bueno que se hiciera y que sirviera efectivamente para iniciar una auténtica negociación política que responda a la voluntad de entendimiento de la sociedad catalana, con el referéndum pactado como horizonte, ya que incluso dentro del independentismo la unilateralidad, defendida por un 38,4%, es minoritaria. Sería bueno, también, que la movilización soberanista fuera tan firme como respetuosa. La sociedad catalana es tozudamente cívica y convivencial, esa es su fuerza. Y eso es, también, lo que refleja la voluntad mayoritaria y transversal de un referéndum acordado.

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