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La importancia de tener presupuestos

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El govern espanyol i la bancada socialista celebren la fi de la tramitació dels pressupostos al Congrés, que ara passen al Senat.

BarcelonaLa aprobación de unos presupuestos, sean de la administración que sean, siempre tiene dos lecturas: una económica y una política. A menudo desde los medios y los mismos actores políticos se privilegia la lectura política (quién sale reforzado y quién no, etc.), pero la económica no es menos importante. Unos presupuestos permiten fijar prioridades, diseñar inversiones, aumentar el gasto y buscar nuevas fórmulas de fiscalidad. Y, especialmente en un contexto de crisis como el actual, permiten que el sector público haga de tractor para ayudar el resto de la economía a salir del bache.

Desde este punto de vista, pues, y más allá del debate que pueda provocar una partida concreta, la aprobación de los presupuestos del Estado este jueves en el Congreso es una noticia positiva. Y los grupos que han votado en contra tendrían que argumentar cuál es su alternativa. ¿Funcionar con los presupuestos de Montoro del 2018, cuando no había pandemia y la inversión para Catalunya era muy inferior? ¿Hacer caer el gobierno y provocar unas nuevas elecciones como en el 2019? ¿Y qué pasa con todos los sectores que están esperando todos estos recursos?

Es evidente, también, que lo que fija el voto en unos presupuestos es un posicionamiento político. Y se entiende que el PP y Vox no los voten porque son la oposición y aspiran a hacer caer al actual gobierno del PSOE y Podemos, que consideran social-comunista y vendido a los independentistas de ERC y a los filoterroristas, como ellos los denominan, de EH Bildu. La irritación de la derecha y la extrema derecha es comprensible porque las cuentas dan recorrido al gobierno de Sánchez e Iglesias y desvanecen el sueño de unas elecciones inminentes. Hay que reconocer que, en esta partida, Iglesias ha sabido jugar con habilidad sus cartas para apartar a Cs de la ecuación y fortalecer la mayoría de la investidura.

Desde el punto de vista catalán, el independentismo se ha dividido en dos. Por un lado, ERC y el PDECat (17 diputados en total), que han priorizado la aprobación de los presupuestos y el hecho de dar estabilidad al gobierno y han entrado a negociar su apoyo. Los republicanos los votarán a cambio de subir la inversión para Catalunya y compromisos como el de estudiar medidas para acabar con el dúmping fiscal de Madrid. Y el PDECat a cambio de inversiones en Cercanías y la supervivencia financiera de la UOC. Al otro lado está JxCat y la CUP (6 diputados), que no los apoyarán por diferentes motivos, aunque esto los sitúe junto a la derecha.

Se puede discutir si ERC y el PDECat han sido suficientemente habilidosos en la negociación, según el paradigma del peix al cove, pero no nos parece que este tenga que ser el parámetro principal de valoración. Porque, más allá de las ganancias concretas en la negociación, los dos partidos coinciden que, vista la alternativa, conviene apuntalar a este gobierno español y arrastrarlo a la negociación sobre el conflicto político. Pero, como decíamos al principio, esta decisión, que responde a una estrategia política, no tendría que restar importancia a lo que tendremos de aquí pocos días: una potente herramienta para luchar contra la crisis económica.

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