Desigualdad heredada

La propuesta de Ciudadanos sobre el impuesto de sucesiones esconde un discurso peligroso

Elena Costas
3 min

Ciudadanos quiere que en todas las comunidades autónomas -ya lo han conseguido en Andalucía, Extremadura y Murcia-, quien herede 800.000 € no tenga que pagar nada por el impuesto de sucesiones. "Política útil", lo llaman. Pero esto me plantea una duda. ¿Útil para quién?

El año pasado ni siquiera el 1% de las declaraciones del impuesto de sucesiones superaron esta cuantía. Es poco probable por tanto que la medida propuesta por Cs sea de gran utilidad a la mayoría. De hecho, muchas comunidades autónomas ya aplican exenciones fiscales a los descendientes por herencias que no sobrepasen los 400.000 €. Y hay que tener en cuenta que la herencia media del 20% más rico de España no llega a los 160.000 €. Pero bajo los lemas que dicen que es injusto "pagar por lo que ya es nuestro" o "pagar dos veces por el mismo", el mensaje de Cs esconde un discurso peligroso.

El impuesto de sucesiones es una herramienta clave para cualquier sociedad que quiera garantizar la igualdad de oportunidades entre sus ciudadanos. Hay muchas evidencias que demuestran que las herencias y las donaciones familiares son el principal elemento que permite la acumulación de riqueza y patrimonio, y que hacen que muchas desigualdades se transmitan de generación en generación. Así, los afortunados que nacen en familias de patrimonio y renta altos gozan de unas ventajas a las que la mayoría no puede acceder.

Pero las diferencias no acaban aquí. El hecho de disponer de un patrimonio más grande también permite ahorrar más. Quienes no llegan a fin de mes no se pueden permitir el lujo de abrir cuentas de ahorro, pero tampoco de gastar menos comprando en más cantidad, y no sólo para el día a día. En épocas de crisis, las familias con ahorro y patrimonio tendrán un cojín sobre el que podrán descansar si les bajan los ingresos. Y en épocas de vacas gordas podrán invertir este ahorro y generar un ingreso aún mayor. De esta manera las herencias funcionan como multiplicador de la desigualdad dentro de una sociedad. Los más ricos cada vez lo serán más.

Es en el momento de la transmisión de esta riqueza que el sector público puede evitar perpetuar su distribución desigual. ¿Cómo lo puede hacer? La respuesta es fácil: con un impuesto de sucesiones bien diseñado. Un impuesto que equilibre la situación de partida de los que nazcan en entornos acomodados con la de los que necesiten el apoyo del Estado para conseguir, por ejemplo, los mismos niveles de salud o educación.

Y aquí quizás sí debería dar la razón a Ciudadanos. No tenemos un impuesto de sucesiones efectivo. La competencia fiscal entre comunidades autónomas ha hecho que las diferencias en los tipos y las exenciones provoquen movimientos de las herencias, una circunstancia que el gobierno central tiene pendiente de solucionar. Y también hay que centrarse en un problema por desgracia demasiado habitual: la evasión. Aquí las desigualdades también juegan a favor de los más ricos: a más renta, más probabilidad de planificación fiscal y de eludir la herencia transmitiendo la riqueza por vías alternativas. La propia OCDE recordaba recientemente la necesidad de que España revise las exenciones fiscales en las sucesiones de más patrimonio.

La meritocracia, a la que a menudo hace referencia Cs, no puede convivir con un sistema que reproduce la riqueza en el tiempo a través de las herencias y que perpetúa las desigualdades. Ni tampoco el liberalismo del que hacen bandera. La tradición del liberalismo progresista siempre ha enfatizado la necesidad de garantizar la igualdad de oportunidades de los individuos, lo que supone igualar sus condiciones de partida. Hablamos de un capitalismo competitivo, muy diferente del capitalismo feudal o aristocrático que este tipo de medidas fomentan.

Se trata de un discurso peligroso en la medida que deslegitima la capacidad recaudatoria del Estado y la posibilidad de gravar a los más afortunados para apoyar a los que menos tienen, para garantizar que compitan en igualdad. En un momento en que la crisis económica ha disparado los niveles de desigualdad, y en el que los hogares y los niños en riesgo de pobreza en nuestro país se cuentan por millones, es indispensable revisar el papel que juega el impuesto de sucesiones. Por justicia. Eliminarlo sólo nos llevaría a una sociedad más injusta y desigual, en la que el lugar y la familia de nacimiento determinarían en gran medida el éxito en la vida.

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