El choque entre Marchena y Pina: "Está pasando, lo estoy viendo..."

El sempiterno problema del cruce entre la prueba testifical y la prueba documental

Ernesto Ekaizer
3 min
L'advocat Jordi Pina durant la conversa amb el jutge Marchena / EFE

MadridPermítaseme hacer una observación general: la prueba de una inteligencia de primera clase es la capacidad para retener dos ideas opuestas en la mente al mismo tiempo, y seguir conservando la capacidad de funcionar.

Esta percepción, una de las más célebres de The Crack-Up (El derrumbe), antología de escritos de Francis Scott Fitzgerald, cobra fuerza cuando uno está en la sala de plenos del juicio o cuando opta por seguir el desarrollo de la sesión a través de las pantallas diseminadas para los medios de comunicación dispuestas en los salones adyacentes.

Uno ve que Manuel Marchena, presidente del tribunal, escribe en su ordenador y no deja de redactar durante toda la sesión. Al tiempo, interviene de manera frecuente para corregir, precisar o simplemente objetar, las preguntas que realizan las acusaciones y defensas a los testigos. Es decir: mientras vuelca sus ideas al ordenador sobre lo que cree de interés en las declaraciones testificales mantiene al mismo tiempo la mente alerta sobre lo que estima como la necesaria observancia de las normas procesales.

¿Qué redacta Marchena? ¿La ponencia de la sentencia? Porque él es además de presidente del tribunal, el ponente, esto es, el magistrado que someterá su propuesta de ponencia a debate del tribunal cuando el juicio finalice. Y como en todo juicio relevante, la ponencia es el resultado de un proceso progresivo de elaboración. Marchena necesita ir apuntando en su ordenador los elementos que van a nutrir, ante todo, del relato fáctico de los hechos.

A diferencia del pasado, el juicio se graba íntegro. Ya no hay, como antes, actas de todo lo que se dice. El magistrado ponente no puede, por tanto, confiar en que podrá acudir a esas actas. Y, claro, tampoco podrá visionar todo el juicio, centenares de horas, para elaborar su ponencia. Marchena toma notas de lo que su mente capta como esencial para ilustrar el relato. Y luego, lógicamente, estará en condiciones de ver en la pantalla aquello que ha apuntado para refrescar.

Esta manera de realizar dos trabajos al mismo tiempo -el equivalente de las dos ideas opuestas en la mente a las que alude Scott Fitzgerald- requiere a su vez orden, esto es, el desarrollo del juicio por capítulos: declaración de los acusados, testigos, visión de los videos (fase documental) y, finalmente, informes de los peritos.

Si en la fase testifical, muy amplia a raiz de la decisión de tomar declaración a más de quinientos testigos, las defensas pretenden mermar o destruir la credibilidad de ciertos testigos introduciendo, por ejemplo, documentos o videos, ello rompe el orden antes señalado. Para mantener ese orden, el tribunal se zambullirá en la prueba documental por completo… una vez que acaben los 350 testigos, aproximadamente, pendientes de desfilar por la sala.

¿Adónde nos conduce esto? Pues a una de las escenas que tuvo lugar ayer. Nos lleva a lo que podríamos titular como “está pasando, lo estás viendo”: el incidente dialéctico entre el abogado Jordi Pina (defensor de Jordi Sànchez, Jordi Turull y Josep Rull) y el presidente Marchena.

Pina tiene a su lado a la abogada Ana Bernaola con un ordenador donde están las imágenes que va mirando a medida que interroga a los guardias civiles que han intervenido en los incidentes y enfrentamientos que tuvieron lugar en los centros de votación el 1 de octubre de 2017. El letrado pregunta por una escena en la que varios agentes tiran al suelo a una persona que quiere votar. Pina mira ostensiblemente a la pantalla del ordenador preparado por su colaboradora.

“No se tiró a nadie al suelo”, explica el agente. “Se puso a una persona con las manos adelante para dialogar y la fuerza actuante lo arremetió y esa persona se cayó al suelo y continuaron la marcha”. Pina indaga: “¿Puede ser mas preciso? Es que lo estoy viendo”. He aquí el tema de fondo. Pero el tribunal, por boca de Marchena, ha resuelto que la sala no puede ver en esta fase, con testigos, videos, que eso vendrá en la fase documental.

Marchena al oir a Pina no se corta y restablece la autoridad. “Lo que no podemos hacer es que testifique usted en vez del testigo. Esto no es serio, señor Pina. Usted normalmente se comporta como un letrado serio pero en este momento no se ha comportado como un letrado serio”. El letrado ha colocado su mensaje: "Lo estoy viendo". Ahora retrocede: “Tiene usted razón, pero señoría...” Pero Marchena lo frena: “Ya está. Como tengo razón mejor lo dejamos y hace otra pregunta. No me de explicaciones porque a lo mejor agravan su actitud”. Vamos, como el maestro dirigiéndose al niño en la clase después de un incidente.

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