Navajas o una denuncia en regla del 'trío de la bencina'

Madrigal, Cadena y Zaragoza, tras fracasar en el procés, intentaron torcer el informe del Covid-19

Ernesto Ekaizer
3 min
A l'esquerra, el tinent fiscal del Tribunal Suprem, Luis Navajas, al costat de la fiscal general de l'Estat, Dolores Delgado

MadridLuis Navajas (Granada, 1948) es un tipo duro. Ya tenía que serlo antes de llegar a San Sebastián, cerca 1987, donde los fiscales destinados, incluyendo a Fidel Cadena, duraban muy poco tiempo. Y él, acompañado de su mujer, duró algo más: 16 años. Se dice pronto. Hasta 2003. Todavía se dio el lujo de hacer un informe -el célebre informe Navajas- en el que daba cuenta de actividades de drogas, contrabando y torturasen el cuartel de Intxaurondo. El fiscal general de la época, el socialista Javier Moscoso, lo guardó en un cajón. No paso nada.

Toda su trayectoria ascendente se desarrolla bajo los gobiernos del Partido Popular. Con José María Aznar y el ministro de Justicia, José María Michavila, y con Manuel Marchena en la secretaría técnica del fiscal general del Estado, Jesús Cardenal, asciende Navajas a la categoría más alta de la carrera: fiscal de sala.

Son aquellos unos días dramáticos. El PP se ha cargado al fiscal jefe de la Fiscalía Anticorrupción, Carlos Jiménez Villarejo, y al fiscal de Madrid, Mariano Fernández Bermejo.

Cuando llega Mariano Rajoy al gobierno, el fiscal general del Estado, Eduardo Torres Dulce, nombra a Navajas teniente fiscal del Tribunal Supremo, y, el sustituto del FGE en ausencia de éste.

Este es el hombre que ha provocado un terremoto en el mundo judicial estos días diciendo las verdades del barquero, sin elegancia pero con contundencia. Es el personaje que se jubila en diciembre y que ya no ha aguantado más. Y ha denunciado públicamente a tres fiscales del procésque han pretendido torcer su orientación, presionándole con ir a los medios de comunicación, si no les hacía caso en el informe sobre las querellas contra el gobierno de Pedro Sánchez por la pandemia.

Son lo que en privado Navajas llama el trío de la bencina, los tres fiscales que echan gasolina, a saber: Consuelo Madrigal, Fidel Cadena y Javier Zaragoza.

Madrigal, ex fiscal general del Estado, decapitada por el gobierno de Rajoy después de haberle prometido que iba a ser renovada, figura en una multitud de querellas sobre la Covid-19 como testigo de cargo de la acción criminal del gobierno de Pedro Sánchez.

Porque, como apuntamos en su día, el hecho de que una ex fiscal general del Estado y fiscal de sala del Supremo denunciara la “sociedad en cautiverio” que soportaba un estado de alarma, “verdadero estado de excepción” y culpaba al gobierno de no “reconocer las espeluznantes cifras de fallecimiento”, solo podía tener continuidad en la propuesta de una querella criminal contra el gobierno”. No hizo falta. Las querellas la citan como testigo de cargo. Y ella, junto con Cadena, apoyados en la retaguardia por Zaragoza, intentaron que Navajas asumiera su punto de vista. Sin éxito.

Navajas apoyó a la fiscal general del Estado, María José Segarra, cuando planteó a los fiscales del procés que introdujeran una calificación alternativa a la del delito de rebelión. No escucharon. Y Segarra se sintió débil frente a ellos. Su dominio del campo mediático era un instrumento para acallar a las voces críticas.

Navajas ha venido a decir: aquellos que han llevado a la Fiscalía a su mayor fracaso histórico al ser rechazada su calificación de rebelión en el Supremo han pretendido seguir ejerciendo como fiscalía paralela en la Covid-19 y sostenían que para mantener el prestigio conseguido (¡!) hace falta meter en la cárcel al gobierno.

Están chiflados.

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