Unión Europea: Parirán los montes y nacerá un ridículo ratón

Los errores en la previsión y respuesta sanitaria se trasladan ahora a la economía

Ernesto Ekaizer
4 min
Emmanuel Macron avui al Parlament Europeu, a Estrasburg

MadridUna imagen, según dice el adagio, vale más que mil palabras. Pues esa imagen de la rueda de prensa de Pedro Sánchez -después de la reunión del Consejo Europeo en el que se examinó, entre otras propuestas, el plan de reconstrucción de 1,5 billones de euros presentado por España- no existe. Tenemos imágenes del presidente en la videoconferencia, pero carecemos de las que hubieran sido lógicas al término de la vista. Por tanto, la ausencia de esa imagen también vale más que mil palabras.

El poeta Horacio, al comentar la fábula de Esopo, apuntó: Parturient montes, nascetur ridiculus mus (parirán los montes; nacerá un ridículo ratón). De momento, ni eso.

Porque el jueves 23 de abril, con 108.000 fallecidos por el coronavirus en Europa, los líderes de los 27 países de la UE, volvieron a dividirse sobre el plan para amortiguar los efectos ya evidentes de la crisis del Gran Confinamiento, una depresión que según una conferencia pronunciada en Londres este jueves 23 de abril por Gertjan Vlieghe, miembro del Comité de Política Monetaria -fija los tipos de interés- del Banco de Inglaterra será apocalíptica.

"Basado en indicadores adelantados y en la experiencia de aquellos países golpeados antes que el Reino Unido parece que sufrimos una contracción económica más rápida y profunda que cualquier otra que hayamos visto del siglo pasado o posiblemente varios siglos". Nótese que ni siquiera se refiere a la crisis de 2007-2008. Es decir, la ignora. Y hace una referencia implícita a la Gran Depresión de 1929, e, incluso, al hablar de otros siglos, a la devastadora crisis de 1873.

¿Por qué?

Vlieghe, economista de nacionalidad belga, ex ejecutivo del Deutsche Bank, y asesor, más tarde, del gobernador Melvyn King durante la Gran Recesión de 2007-2008, explica que “económicamente, es importante no pensar en esto como un simple shock de oferta, en el sentido de una inevitable contracción temporal con la que solo tenemos que vivir. Es mucho más complejo que eso, y en consecuencia existe mucho más margen para respuestas políticas activas. Algunas personas no pueden ir a trabajar, ya sea porque su viaje al trabajo ha sido restringido, porque están enfermas, porque están cuidando a otros que están enfermos o a niños que están en casa debido al cierre de la escuela. Es decir, de hecho, un shock de oferta”.

Y, además, subraya: “Pero también ha habido una reducción dramática en la demanda. Distanciamiento social, en parte voluntario y en parte impuesto, significa que un gran número de actividades de consumo se reducen drásticamente, o simplemente, no tienen lugar. El gasto se ha reducido drásticamente… En ausencia de respuestas de política fiscal o monetaria, la economía experimentaría no solo la reducción en gasto que es inevitable, pero vería una amplificación de esa reducción…”.

Esa ausencia de política fiscal es el talón de Aquiles de la Unión Europea. Las propuestas de España, Francia e Italia aspiran a dotar de los fondos necesarios una política para amortiguar los efectos inmediatos y reconstruir los sistemas sanitarios y cubrir temporalmente el gigantesco agujero provocado por la parálisis parcial o total de las economías. Pero la propuesta concibe la situación como excepcional y por ello no debería hacerse con un incremento de la deuda de los países más afectados, como España e Italia, ya elevadas antes de esta crisis, sino a través de subvenciones no reintegrables.

La oposición de los cuatro países del norte de Europa (Austria, Países Bajos, Finlandia y Suecia), cuya coordinación ha funcionado antes de la reunión, frustró ya el pasado 27 de marzo el acuerdo sobre la reconstrucción. Según ellos el plan debe hacerse dentro del nuevo esquema presupuestario en curso de aprobación, con vigencia de seis años. Alemania apoya esta posición, aunque parece dispuesta a comprometer, como país también victorioso sanitariamente y económicamente - esto último ya ocurrió en la crisis de 2007-8 - una importante cantidad de fondos como especial contribución a los países más afectados, un reconocimiento de que no tienen culpa alguna por esta plaga (a diferencia, claro, de la de 2007-8).

A todo esto, la sombra de esa pasada crisis está otra vez presente. La especulación de los mercados financieros está provocando subidas de las primas de riesgo de Italia y España, aprovechando la vacilación europea. El Banco Central Europeo (BCE) sí actúa comprando bonos para reducir esas primas, pero todavía podría hacerlo de manera más drástica.

Con todo, la simple propuesta de mutualizar la deuda a asumir para la reconstrucción, idea en la que parecen coincidir, con diferentes argumentos, España, Francia e Italia, es solo la punta del iceberg.

“Hasta que los defensores de los eurobonos no presenten una plausible propuesta sobre quién decide sobre los impuestos necesarios para respaldar el endeudamiento común de la Eurozona están vendiendo falsas esperanzas. Una exigencia coherente de endeudamiento común necesita un ejecutivo y un parlamento en la Eurozona que decide y autorice impuestos en toda la región”, señala Helen Thompson, profesora de política económica en la Universidad de Cambridge.

¿Existe acaso esa propuesta? No. El presidente francés, Emmanuel Macron, parece haberse convertido en el más lúcido analista de la crisis, pero como apunta la profesora Thompson “es altamente improbable que Macron vaya a aceptar lo que cualquier autoridad fiscal implica para la soberanía”. Según subraya “al hacer de los eurobonos una prueba sobre la existencia misma de la UE, Macron está induciendo una reacción política que la destruiría en lugar de salvarla”.

Los líderes han confiado a la tarea de presentar en el mes de mayo un plan a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, quien se ha apresurado a asegurar, no sin cierta frivolidad, que no se trata de un plan de miles de millones sino de billones de euros.

Mientras la CE trabaja en lo que se puede intuir como el nuevo parto de los montes, el BCE debería ponerse más firme que nunca- más incluso que Mario Draghi el 26 de julio de 2012- y partirle la cara a quienes especulen contra los bonos públicos italianos y españoles en los mercados secundarios.

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