El covid-19 no es Grecia 2015, ¿o sí?

Salud y finanzas, dos caras de una misma crisis

Ernesto Ekaizer
3 min
Una dona amb una màscara protectora davant un quiosc tancat en una plaça de Madrid. Els ministres de Finances de l’eurozona es reuneixen avui per intentar aprovar el primer escut econòmic davant la crisi del coronavirus.

MadridHe aquí dos escenas simétricas en la misma jornada. Primera, el presidente del Comité Europeo de Investigación Científica (ERC por sus siglas en inglés) de la Unión Europea, Mauro Ferrari, ha presentado su dimisión decepcionado por la mediocre o inexistente respuesta coordinada de las instituciones al Covid-19. Segunda, el nuevo fracaso de la reunión de los ministros de Finanzas del Eurogrupo sobre la respuesta económico-financiera a la depresión que ya está aquí.

Ferrari, que fue nombrado en mayo de 2019 con efecto a partir del 1 de enero de 2020, estaba cuestionado internamente y se había pedido su destitución. El caso es que en un comunicado distribuído este martes, día 7 de abril, Ferrari explica por qué ha entregado su dimisión a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen.

“Como se hizo evidente que la pandemia sería una tragedia de proporciones posiblemente sin precedentes, decidí que el Consejo Europeo de Investigación debería establecer un programa especial dirigido a combatir el Covid-19. Creí que esto se justificaba por la carga esperada de muerte, sufrimiento, transformación social y devastación económica, especialmente golpeando a los menos afortunados, los más débiles en las sociedades del mundo”.

¿Qué pasó, según su versión?

“Estaba muy decepcionado con la respuesta europea a Covid-19”, relata el científico.

¿Por qué?

“Por la ausencia total de coordinación de las políticas de atención médica entre los estados miembros, la oposición recurrente a iniciativas de apoyo financiero cohesivo, los cierres fronterizos unilaterales generalizados y la escala marginal de iniciativas científicas sinérgicas”, puntualiza.

Sin embargo, Ferrari recobró el interés cuando la presidenta Von der Leyen, probablemente también por la errática respuesta, le preguntó directamente qué respuesta había que dar ante la pandemia.

“Durante unos días, desarrollé un plan, en varias direcciones, y ella contribuyó con directivas sustanciales. El hecho mismo de que trabajase directamente con ella creó una tormenta política interna. La propuesta fue transmitida a diferentes niveles de la administración de la Comisión Europea, donde creo que se desintegró al impactar…He perdido la confianza en el sistema”. Esta es, al menos, la versión de los hechos de Ferrari.

Fracaso del Eurogrupo

Si la salud es una cara de la moneda de esta crisis, la otra es la económico-financiera. En una nueva reunión, el Eurogrupo ha sido incapaz, tras largas horas que se extendieron a lo largo de la madrugada de este miércoles 8 de abril, de acordar un esquema de financiación de las necesidades económicas que plantea la recesión sin precedentes motivada por el shock de oferta y demanda de las economías de la zona euro.

En el centro de la disputa nuevamente la propuesta italiana de emitir coronabonos, o eurobonos emitidos de manera conjunta, dirigidos a reunir los fondos en los mercados financieros para pagar la reconstrucción, y la férrea oposición de Holanda, portavoz semioficial de Alemania y los países del norte de Europa.

Esos países reaccionan ahora como ya reaccionaron en 2010, durante la crisis que casi acabó con el euro en julio de 2012, es decir, como si se tratase de los problemas de déficit público y endeudamiento de Grecia, España e Italia.

Con todo, la pieza fundamental es el Banco Central Europeo (BCE), quien debería actuar como la Reserva Federal americana, esto es, creando dinero y asegurando, al tiempo, que será prestado a tipos de interés cercanos a cero por ciento para todos los miembros de la zona, sin discriminación, amenazando a la especulación financiera con la compra sin límite de bonos públicos de cada país, sin poner condiciones para hacerlo, para igualar las primas de riesgo.

La deuda, por otra parte, nadie lo ignora, terminará en las arcas del BCE durante largos años y estará por ver qué parte de ella será finalmente pagada.

Durante la noche, mientras se desarrollaba la reunión, el ministro francés de Economía y Finanzas, Bruno Le Marie lanzó un tuit que no puede resumir mejor lo que ocurre: "Mientras contamos los muertos por cientos y miles, los ministros de finanzas juegan con palabras y adjetivos. Una vergüenza para los ministros de finanzas, para el Eurogrupo y una vergüenza para Europa".

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