La tortuosa investidura de Rajoy

Sánchez tiene que decidir: gobernabilidad a través de una investidura de Rajoy o terceras elecciones

Ernesto Ekaizer
3 min
MÉS BIPARTIDISME
 La nit d’ahir va viure l’eufòria  de Rajoy (01) i la satisfacció  de Pedro Sánchez (02).

Si la “tortuosa investidura” fuera un cuento, omitiría, como ocurre en El jardín de los senderos que se bifurcan, de Jorge Luis Borges, cuyo tema es el espacio, una palabra: tiempo. “Omitir siempre una palabra, recurrir a metáforas ineptas y a perífrasis evidentes, es quizá el modo más enfático de indicarla”, dice el doctor Stephen Albert en la narración.

En el proceso de investidura de Rajoy, que se abrirá tras la decisión de una mayoría de españoles, el 33% -casi cinco puntos por encima del 28,7% de las elecciones del 20-D-, habrá muchas metáforas ineptas o recursos retóricos o literarios –perífrasis- y se omitirá la palabra cuándo en referencia al tiempo.

La aritmética que arrojan las elecciones del 26-J exige un matrimonio forzado, algo que ya hemos vivido, entre el Partido Popular y el PSOE. Este matrimonio bajo el disfraz de un gobierno de coalición no se va a celebrar. Pero, ¿quiere esto decir que vamos a unas terceras elecciones? No. Esas elecciones no existirán porque nadie las quiere.

Sin embargo, se puede objetar, parecía que nadie quería unas segundas elecciones y se han celebrado. Era diferente: dos partidos tenían la aspiración de mejorar sus posiciones –PP y Podemos- y estaban dispuestos a arriesgar. Esta vez es diferente. Nadie querrá seguir jugando a la oca, porque “de oca en oca y tiro porque me toca” a ver si Rajoy se acerca en la próxima a la mayoría absoluta. Bromas aparte: no habrá terceras elecciones.

Veamos. Los dos partidos que han protagonizado el Pacto del Abrazo han sido castigados el 26-J, con pérdidas de casi quinientos mil votos (400.000 Ciudadanos y 180.000 PSOE). Unidos Podemos, a su vez, ha perdido 1.050.00 votos.

Rajoy convocará a Pedro Sánchez. Esta vez, a diferencia de la primera, tras el 20-D, el líder socialista hará teatro pero dirá que no a un gobierno de coalición. Tres cuarto de lo mismo ocurrirá con Albert Rivera. Ciudadanos rechazará una coalición con el PP. Sánchez puede intentar, puramente a efectos retóricos y dialécticos, un gobierno transversal, con Ciudadanos y Unidos Podemos. Es previsible que Pablo Iglesias vuelva a dar una respuesta parecida, esto es, no.

En este caso, Sánchez tiene que decidir: gobernabilidad a través de una investidura de Rajoy o terceras elecciones. El líder socialista, en este momento procesal, por así decir, puede abrir el camino a favor de la gobernabilidad y anunciar que no será él un obstáculo para que gobierne el Partido Popular. En otras palabras, puede facilitar el número de diputados necesarios para asegurar que Rajoy sale investido.

El papel de Rivera, clave

En este proceso de negociaciones será relevante, aunque menos que en la primera vuelta, la actitud de Albert Rivera. También sabe que unas terceras elecciones, con esta ley electoral, según ha denunciado, no le convienen.

Su denuncia de los sobresueldos presuntamente cobrados por Rajoy y los SMS enviados a Luis Bárcenas, cuando ya estaba imputado con su fortuna de 42 millones de euros en Suiza, ha sido muy sonora. Pero Rajoy ha sido el único que ha subido en votos y en escaños y por tanto es más difícil ahora exigir formalmente su cabeza.

Por tanto, Rivera, al final de este jardín de senderos bifurcados, puede invocar la gobernabilidad, como el PSOE, y favorecer la investidura. Pero se dirá: Rajoy no solo quiere ser investido, aspira a un gobierno estable, con acuerdos concretos. Pues esto ya es otra cosa. Pero se apañarán. Habrá que sacar adelante el presupuesto del 2017. Y no será fácil. Pero esto es lo que hay.

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