Una justicia tardía… pero segura

Entre fiscales y jueces el caso daba que hablar. La justicia podía condenar y enviar a prisión a una persona como Conde, pero no podía asegurar que pagara las indemnizaciones. Era un cachondeo.

Ernesto Ekaizer
2 min
L'ex-banquer Mario Conde abandona casa seva després de l'escorcoll  de la Guàrdia Civil

Todo el mundillo financiero lo sabía. Mario Conde había sido condenado dos veces (Argentia Trust y Banesto) y pasó en prisión algo más de tres años efectivos sobre esas condenas que, sumadas, ascendían a algo más de 24 años. Pero seguía viviendo como siempre, por así decir, exhibiendo dinero y controlando sus grandes fincas en Puerto Pollensa, Sevilla y Toledo. Sin embargo, era insolvente para pagar las indemnizaciones fijadas en 26 millones de euros en los dos casos citados. Y además, en 2015 se convirtió, además, en el segundo moroso de España, con algo más de 10 millones de euros.

Entre fiscales y jueces el caso daba que hablar. La justicia podía condenar y enviar a prisión a una persona como Conde, pero no podía asegurar que pagara las indemnizaciones. Era un cachondeo.

Quizá esa consciencia culposa es lo que llevó, al ver como el exbanquero toreaba a la justicia en el embargo de las citadas fincas, a poner la lupa sobre su nuevo entramado de empresas, una especie de remake del imperio que construyó como el ave fénix otro magnate, José María Ruiz Mateos, el expatrón de Rumasa.

Estas empresas en actividades tan diversas como la organización de eventos – algo parecido a lo que pretendía Iñaki Urdangarín con el escudo de la Casa del Rey- y la perfumería, entre muchos otros, no generaban cash flow. La pasta debía venir de algún sitio.

El exbanquero venía acumulando un patrimonio oculto desde su época de consejero delegado de Anbtibióticos, en los años ochenta, cuando dio aquel pelotazo que lo catapultó a la primera página de los periódicos. La venta de Antibióticos por 58.000 millones de pesetas a la multinacional italiana Montedison.

Con las operaciones ilícitas en Banesto incrementó su fortuna. Lo hizo a través de sociedades en Suiza. Ya en octubre de 1990 pidió al fiduciario Paolo Gallone que creara un holding para colgar su fortuna oculta: Kaneko Holding. Y luego hizo algo parecido en Holanda, en el Reino Unido, Italia y Luxemburgo. El auto del juez Pedraz describe el entramado extranjero: Kaneko Holding y Galloix en Suiza; Geophysics Co, Asuma BV y Matoral en Holanda; I.G. Beteligung, en Luxemburgo; Mayfield, Dryset y Higher Productions en Reino Unido; Rupani Jelly Fish, en Emiratos Árabes Unidos y GMM en Italia.

Estas sociedades han sido el canal para “repatriar” dinero en cantidad de 13 millones de euros a las empresas del entramado del exbanquero en España.

Si antes, y quizá ahora mismo, algunos solían viajar a Suiza para traer dinero en efectivo para financiar su tren de vida, Conde creo dos entramados de sociedades, en España y en el extranjero, con vasos comunicantes.

Pero esto no es un hecho reciente. Ya en 1993, el exbanquero hizo transferencias de Suiza a España a nombre de Alejandra Conde, entonces menor de edad. Las investigaciones judiciales existieron pero no llegaron a puerto alguno.

La Fiscalía Anticorrupción estaba mosqueada con la dificultad para quitar a Conde el control de sus fincas. Este es el comienzo de la investigación moderna, que se remonta a 2012. Pero las diligencias se abrieron formalmente en 2014, cuando el Sepblac informó del una transferencia de 600.000 euros a través de La Caixa, operación rechazada.

El resto fue seguir la pista del dinero.

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