El jefe de los Mossos tras el 155 debilita la credibilidad de Pérez de los Cobos

Un tribunal independiente tendría que optar por una de las dos versiones

Ernesto Ekaizer
3 min
El coronel Diego Pérez de los Cobos entrant dilluns a l’Audiència Nacional.

MadridFerrán López, el hombre que el gobierno de Rajoy eligió para liderar a los Mossos d’Esquadra tras optar por el artículo 155 de la Constitución, se ha reafirmado hoy en que jamás hubo un plan conjunto de coordinación o una síntesis de los planes de los Mossos, Guardia Civil y Policía Nacional, para impedir la votación del 1 de octubre de 2017. “Esa síntesis debió elaborarla el coronel Diego Pérez de los Cobos, que era quien convocaba y dirigía las reuniones de coordinación”, dijo ayer el comisario López en respuesta a la abogada Olga Tubau, defensora del mayor Josep Lluís Trapero, para quien la fiscalía solicita once años de prisión por el delito de rebelión.

Las versiones contradictorias de Pérez de los Cobos, quien declaró el lunes y martes pasados, y de López, que lo hizo el miércoles y jueves, rebrotaron una vez más, ya que ambos prestaron declaración durante la instrucción de las causas del procésen la Audiencia Nacional y en el Tribunal Supremo. Pero nunca han estado al alcance de los magistrados con tanto detalle como esta semana. Y aunque ni en el Tribunal Supremo ni en la Audiencia Nacional se ha echado mano de la diligencia de careo para enfrentar a ambos, los testimonios prestados en San Fernando de Henares han sido más elocuentes. Por su astucia incoherente en el caso del coronel; y por su solidez y razonabilidad en el caso del comisario. Las versiones diametralmente opuestas han sido indisimulables.

La importancia: López no es un comisario de los mossos más. Ha sido el número dos de Trapero y el gobierno de Rajoy le ha distinguido con nombrarle el 28 de octubre de 2017 como el número 1. Y respecto del coronel es un testigo de cargo, por así decir, en el sentido de que su versión es que Perez de los Cobos no ha dicho la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Más bien, de la versión de López se desprende lo contrario. Pérez Cobos y sus mandantes -el secretario de Estado de Seguridad José Antonio Nieto y el ministro del Interior Juan Ignacio Zoido- no tenían ni pajolera idea de cómo cumplir la encomienda de Soraya Sáenz de Santamaría, a cargo del negociado. Tenéis que evitar a Rajoy el ridículo de otro 9-N porque este del 1-0 es más serio.

Y Pérez de los Cobos acudió a Barcelona con la profecía de que Trapero era el traidor. Ya había habido, a raíz de los atentados de Barcelona y Cambrils del 17 de agosto de 2017 un enfrentamiento con Trapero y la campaña del comisario José Luis Olivera contra él. Elucubró la fantasía -destrozada ayer por el relato de López- de que el plan de actuación de los Mossos era obra personal de Trapero porque estaba al servicio de Puigdemont. Y dio esa profecía por autocumplida el sábado 30 cuando con sus jefes Nieto y Zoido montó una excusa para “dar por rota” la coordinación al día siguiente, ocultándoselo esa noche crucial a López.

El 1 de octubre la represión de Guardia Civil y Policía Naciona solo debía ser, según lo acordado, subsidiaria y a petición de los Mossos. Pero precisamente el coronel dió por rota la coordinación para reprimir “por cuenta propia” a las 8:00 horas, una hora antes de empezar la votación. Los Mossos pidieron más tarde apoyos a través de un correo electrónico al que Perez de los Cobos ni siquera respondio. Eso sí: era útil para la propaganda. Y el coronel le entregó ese correo de Lopez al delegado del gobierno Enric Milló para que saliera en rueda de prensa el 1 de octubre, sobre las 12:30 horas. Elemental: Milló exhibió el correo a los medios y dijo que la Guardia Civil y la Policía actuaban porque así se lo habían solicitado los Mossos.

Tanto del testimonio desmitificador de López como de la descripción de oyente que hizo Pérez de los Cobos con anterioridad da la impresión de que el objetivo del coronel parecía ser más el de acabar con Trapero que impedir el referéndum, una tarea que él mismo debió juzgar, a la luz de su contradictoria y evasiva conducta, una misión imposible.

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