La peste

¿Por qué no aplicar ahora las políticas del New Deal en Estados Unidos en los años 30?

Ernesto Ekaizer
3 min
Establiment tancat per la crisi del coronavirus a Cornellà.

MadridNala roza delicadamente mi mano. Es su hora. Qué hay de lo mío mordisquea. Salgo de mi exilio para cumplir con el paseo diario de la labradora por una Plaza de Oriente mortecina, y he aquí que me topo con una estampa de las de antes. Un hombre de mediana edad bajo el caballo que monta Carlos III mete su mano en un bolso y la extrae para lanzar al aire con su puño una lluvia de migas de pan que atrae a una bandada de palomas ante la que se lanza la perra para cobrarse su parte. A un lado el barrendero en verde y amarillo comparte tras dar una calada al pitillo su perplejidad, casi un rito, sobre la inverosimilitud de esta Madrid coronavirunada. Y mientras regreso a mi autosecuestro pienso en una frase que el flujo informativo me evoca, la noticia de que estos días, según Amazon,La peste-allí The plague-, la célebre novela que Camus publicó en 1947, es la séptima en ventas en la categoría de libros de Autoayuda, Psicología y Humor, en Estados Unidos.

Y la frase es: "Al comienzo de una peste y cuando termina, siempre hay una propensión a la retórica. En el primer caso, los hábitos aún no se han perdido; en el segundo, están de regreso. Es en medio de una calamidad que uno se endurece con la verdad, en otras palabras, con el silencio”, una cita que la prensa anglosajona ha evocado después de la primera alocución del presidente de Francia.

Camus nos quiere decir que durante los acontecimientos dolorosos uno aterriza y cobra conciencia de que no hay palabras para poner orden en un océano de sufrimiento.

Pero los franceses no renuncian a sacar partido de su maravillosa lengua capaz de embellecerlo todo.

Ayer Nicolas Sarkozy con su llamamiento a refundar el capitalismo; hoy Macron con la folie de un capitalismo que debería dejar la sanidad gratuita fuera de la ley del mercado.

Intimidado por los hábitos que aun no hemos perdido, propensos a la retórica, en el comienzo de esta peste, según advierte Tarrou el visitante la ciudad cerrada que imagina Camus en Orán, empero, se puede decir algo en esta primera semana de exilio o encierro que seguramente se consolidará como verdad en medio de la calamidad y seguirá vigente al final.

Y es que nada volverá a ser igual después de esta pandemia siempre y cuando entre todos optemos por acabar con la folie. Es decir: blindar la salud pública como un bien sagrado y para ello rectificar el maltrecho estado de bienestar europeo por varias crisis a lo largo de las últimas décadas, y, en particular por la Gran Recesión de 2007-8.

La otra Gran Depresión, la de 1929, cuyo epicentro fue la economía norteamericana, acabó, contra lo que se suele afirmar, sin fundamento, antes de la Segunda Guerra Mundial merced a las políticas puestas en marcha durante el New Deal. El presidente Franklin D. Roosevelt recibió a John Maynard Keynes en 1934, pero dos economistas progresistas, el exbanquero Wadill Catchings y su alumno en Harvard, William Foster, ya habían conseguido que el presidente comprase sus teorías sobre el intervencionismo estatal en favor del gasto público ante la espectacular caída de la demanda que derivó en un retroceso del PIB del 25% acumulado entre 1929 y 1933.

Ahora, dos economistas norteamericanos han hecho un llamamiento al Congreso de Estados Unidos para que ponga en marcha una Corporación Financiera de Salud basada en el modelo de la Corporación Financiera de Reconstrucción creada durante la Gran Depresión para apoyar al New Dealy la movilización ante la Segunda Guerra Mundial.

Según han explicado Michael Lind y James Galbraith esta Corporación podrá financiarse a través del capital privado. De propiedad pública podrá emitir bonos, garantizados por el gobierno norteamericano. Dado que la curva de tipos de interés del Tesoro se encuentra por debajo del 1% no existen restricciones financieras habida cuenta de que los inversores privados están ansiosos por suscribir bonos con garantía del Estado. Galbraith es el hijo del gran economista de origen canadiense ya fallecido John Keneth Galraith, autor de una de las más vendidas obras sobre la Gran Depresión, El crash del 29 (1955).

“La Corporación para la Reconstrucción Financiera es el precedente más importante. Creada en 1932 por el presidente Herbert Hoover para estabilizar al sector bancario recibió un impulso del presidente Roosevelt para que ampliara sus actividades a créditos a los gobiernos de los estados y canalizara ayudas financieras a los granjeros, propietarios de vivienda y exportadores”, señalan

Se necesita una institución similar en la Unión Europea. Y esta es necesaria ahora, no para la reconstrucción posterior, una vez que la pandemia quede atrás, sino para luchar precisamente contra la pandemia como primer paso.

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