Ernesto Ekaizer

La semana próxima hablaremos de... ¿elecciones?

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Xavier Domènch i Pablo Iglesias van fer-se un petó davant l’estupefacció d’alguns ministres en funcions.

El mensaje de la investidura de Pedro Sánchez –fallida anoche en primera y el viernes en segunda– será el que la pareja de humoristas Tip y Coll en los años setenta usaba para parodiar al franquismo: “La próxima semana… hablaremos del Gobierno”. Quizá después de lo visto y no visto, habría que cambiar el eslógan y preguntarnos si a partir de la próxima semana no tendremos que ir asumiendo que habrá elecciones el 26 de junio. Porque aunque la política suele hacer extraños compañeros de cama, da la impresión de que hay dos parejas de baile imposibles: la de PSOE-Partido Popular y la de PSOE-Podemos.

La primera –en la modalidad de Grosse Koalition o abstención –porque supondría la extinción progresiva del PSOE, la pasokización o una pérdida de posiciones similar a la del PASOK, el partido socialista griego, actualmente en ruinas. La segunda –en la modalidad de coalición– porque implicaría el riesgo de rechazo por parte del Eurogrupo, considerando que España es la cuarta economía de la zona euro, y la canibalización bajo las fauces de Podemos. Para hombres como Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, y Jeroen Dijsselbloem, del Eurogrupo, Podemos evoca el "¡No pasarán!", incluso tras haber domesticado a Alexis Tsipras y haberlo convertido en “uno de los suyos”, mediante el referéndum del 5 de julio pasado.

Un Pedro Sánchez frío como un témpano y un Mariano Rajoy eficaz para los suyos ya han jugado sus cartas. Rajoy se ofusca con Sánchez. Ambos hacen esa pareja tan popular, de los años sesenta y setenta, en las películas de la saga La pantera rosa, de Blake Edwards. Sánchez es el inspector de la Sûreté, la policía nacional francesa, el Closeau que interpreta Peter Sellers, y Rajoy el comisario jefe Dreyfuss, encarnado por el actor Herbert Lom, que acaba sus días en un hospital por las desventuras de su subordinado. La última película de la saga Rajoy-Sánchez es la investidura fallida. Las otras son el debate sobre el estado de la nación, en febrero del 2015, el primero del entonces flamante secretario general, que Sánchez ganó al presidente del Gobierno; y el cara a cara de las elecciones del 20-D, en el que el lídel del PSOE vuelve a derrotar al presidente del PP.

El film de esta semana empieza inmediatamente después del 20 de diciembre. Rajoy interpreta que no tiene apoyos para abordar la investidura de un gobierno tras ser el partido más votado. Renuncia a ello. Pero Sánchez juega sus cartas con habilidad, a pesar de que su partido le ha prohibido hacer lo que sueña, un gobierno de izquierdas con Podemos, para poder consolidar su secretaría general del PSOE, jaqueada por su antigua valedora, Susana Díaz.

El único pacto posible de Sánchez

La carta de Sánchez es que, a diferencia de Rajoy, interpreta literalmente el artículo 99 del título IV de la Constitución. “El rey, previa consulta con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria, propondrá un candidato a la presidencia del Gobierno”. Bien. Añade: “El candidato propuesto expondrá ante el Congreso de los Diputados el programa político del Gobierno que pretenda formar y solicitará la confianza de la Cámara”. Y esto es todo. Aquí no dice que el candidato tiene que disponer de los apoyos antes de aceptar el encargo del Rey. Y Sánchez se lanza al único pacto posible. Con Ciudadanos.

Ambos se usan mutuamente como si estuvieran en una primera vuelta. La segunda… son las nuevas elecciones. En la investidura, Sánchez y Rivera han hecho un frente común en las Cortes: Rajoy debe dar un paso al costado. ¿Será Rajoy candidato el 26 de junio? ¿O cederá el paso a Alberto Nuñez Feijóo o a Alfonso Alonso? Y Sánchez: ¿ya ha salvado su cabeza de la guillotina de Susana Díaz? Estos temas serán a partir de la semana próxima los grandes asuntos de los dos meses que se avecinan.

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