El tercer hombre

Volver a tirar los dados el 10-N

Ernesto Ekaizer
3 min
El tercer hombre

MadridEl relato bipolar sobre la investidura aparentemente imposible en curso ¿es suficiente para explicar lo que ocurre en España a partir de los resultados de las generales del 28 de abril?

Por relato bipolar se entiende la descripción de las negociaciones entre Sánchez e Iglesias, y el fracaso del 25 de julio, situación que se prolonga y parece abocar a nuevas elecciones el 10 de noviembre.

El pecado de origen está en los resultados de las elecciones del 28 de abril. Estos permitieron avanzar al PSOE, pero no al punto de superar o dejar a un lado lo que fue la coalición de fuerzas de la moción de censura que tumbó el 1 de junio de 2018 al gobierno de Mariano Rajoy.

El relato bipolar Sánchez- Iglesias soslaya al que podríamos llamar el tercer hombre: Oriol Junqueras. O la abstención de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) para facilitar la investidura.

El 21 de mayo pasado, al constituirse las Cortes Generales, nuestro tercer hombreestá en escena. Junqueras, que ha salido de prisión para acudir a la sesión de constitución de las Cortes, asciende hacia el banco azul donde se sienta, junto al pasillo, Pedro Sánchez. Al verle delante suyo, Sánchez deja de hablar por teléfono y le pregunta: “¿Cómo estás?”. Junqueras apunta: “Tenemos que hablar”. E inquiere a Sánchez si no le pone incómodo que le salude en el hemiciclo delante te todos. “No te preocupes”, replica el presidente en funciones antes de extender la mano derecha y estrechar la de Junqueras.

A partir de lo quizá el escritor Javier Cercas llamaría la anatomía de ese instante, Gabriel Rufián intenta ser el hacedor de la investidura de Pedro Sánchez.

Problema: en la moción de censura Sánchez no vetó a ninguna fuerza en la coalición contra Rajoy, pero ahora es diferente. Sánchez tiene fobia a depender de ERC.

Porque fue ERC quien apretó el gatillo de la convocatoria de las elecciones del 28 de abril al presentar la enmienda a la totalidad de los presupuestos el 5 de febrero de 2019.

Ese paso fue cogido al vuelo -aquí te pillo aquí te mato- por Iván Redondo, director de gabinete del Palacio de la Moncloa, quien pergeñaba desde diciembre de 2018, el plan de convocar las elecciones andaluzas junto con las generales en marzo de 2019. ERC sirvió la excusa perfecta para las generales.

Y la razón fundamental que explica la reticencia de Sánchez hacia ERC ahora es la bomba de efecto retardado que se espera.

La clave: el Tribunal Supremo tiene previsto hacer pública la sentencia del procésen la primera quincena de octubre. Y ello provocará un movimiento de tierras en la sociedad catalana y los partidos independentistas, un movimiento del que Sánchez pretende estar lo más alejado posible.

¿Qué sentido tendría, en este contexto, sacar adelante la investidura, y a la hora de gobernar, un mes más tarde, patinar en los presupuestos? ¿Volver a prorrogar los presupuestos de Cristóbal Montoro, convirtiéndole en uno de los ministros de Hacienda más célebres de la historia política española?

Y en medio de este desgaste ¿convocar nuevas elecciones?¿No es mejor ahorrárselo?

Pedro Sánchez ya tiene dos pruebas anticipadas de ERC y de Unidas Podemos sobre el posible destino que le espera a un gobierno como el que podría formar con la aritmética actual.

Por un lado, la ofensiva iniciada por Pere Aragonés, dirigente de ERC y vicepresidente del Govern de la Generalitat, para encabezar una rebelión de las comunidades autónomas contra el gobierno central por la falta de financiación.

Y por el otro, el voto del partido de Iglesias, que ha hecho posible la comparecencia de Carmen Calvo en el Senado de este viernes 30 de agosto, iniciativa planteada por Ciudadanos y PP para que diera explicaciones de la conducta del Gobierno ante la crisis del Open Arms

Se puede objetar que todas estas dificultades compiten con la aventura mayor que supone volver a tirar los dados para ver que sale el 10 de noviembre.

Los socialistas confían en sus encuestas y espera crecer en varias comunidades autónomas hasta redondear 143/145 escaños desde los actuales 123. Estiman que el PP puede subir de los actuales 66 escaños a 86. Ambos crecerían a expensas de Ciudadanos. Y que Unidas Podemos resistiría a pesar de sufrir pérdida respecto a los 42 escaños actuales.

El avance del PP, tras sus victorias en Andalucía y Madrid, hacen prever a los socialistas, o eso quieren creer, que un Casado reforzado podría abstenerse como hiciera el PSOE en 2016, con la vista puesta en una legislatura corta.

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