LA OBSERVADORA

El agente provocador

El Estado tiene el poder coercitivo, pero todavía no sabe que los tiempos han cambiado

Esther Vera
4 min
L’agent provocador

Podremos hacer repaso en el futuro de los errores y las prisas del movimiento soberanista, los riesgos de reducir la base social imprescindible para ganar el referéndum. Pero hoy hay que señalar, un día más, el objetivo y el pirómano. Señalar con contundencia una vez más que el objetivo es poner urnas, y dejar claro quién es el agente provocador. Continuar señalando la irresponsabilidad de un Estado que desmonta el autogobierno y que pretende sofocar ideas con detenciones abusivas, con provocaciones a partidos políticos legales, con un despliegue policial imprevisible y la invención, con los propagandistas que le marcan el camino, de un ambiente que recuerde la kale borroka. Hará falta mucha sangre fría, mucha contención y respuestas estratégicas. El Estado tiene el poder coercitivo, pero todavía no sabe que los tiempos han cambiado y que su respuesta democráticamente débil le lleva al adiós definitivo de Cataluña. Es sólo cuestión de tiempo.

El gobierno del PP no comenzó ayer la deconstrucción del autogobierno. Desde la sentencia del Estatuto, los gobiernos del PP han actuado a golpe de decreto a cada Consejo de Ministros para vaciar de competencias la Generalitat. Una vez más en la historia, el gobierno español actúa "sin que se note el cuidado" con el convencimiento de que muchos catalanes son una mayoría de débiles mentales alienados por TV3. Les iría bien leer The Economist o el Financial Times, que desde Londres interpretan mejor que Madrid la gravedad de la situación y el carácter puramente político de la cuestión catalana, que se intenta disfrazar de cuestión de orden público.

El pasado sábado el BOE vació el autogobierno financiero de la Generalitat utilizando con la deslealtad habitual las leyes creadas para superar la crisis europea de la deuda. Este sábado, escondidos detrás de eufemismos sobre cooperación, arrebataban la autonomía intentando poner el control de los Mossos bajo el mando de un guardia civil. Las intenciones del Estado las tenían claras los Mossos cuando denunciaban desde hace días que "pretenden hacer las cosas a su manera con nuestros uniformes". No sólo no se paga la factura de la deuda del despliegue, no sólo se hurta información imprescindible para la lucha antiterrorista sino que se pretende intervenir directamente el cuerpo prescindiendo del Estatuto de Autonomía.

El Estado y los partidos políticos que critican los métodos de las decisiones tomadas en el Parlamento de Cataluña retuercen la ley para no aplicar el artículo 155 de suspensión de la autonomía. Laminan la descentralización a través de un sistema judicial que va deteriorando su papel de garante del sistema democrático y de una fiscalía que hace política a través de su máximo responsable. El PP actúa con el impulso de Ciudadanos y la cooperación del PSOE.

No hay espacio para la sorpresa. Nadie puede extrañarse de la reacción tan abusiva como previsible del estado español. La reacción no acabará aquí. El objetivo es ganar 10 a 0 como dicen en la Moncloa, y los manuales de este tipo de crisis apuntan ahora a los medios de comunicación públicos y los líderes soberanistas. Es evidente que el objetivo es acusar de sedición a los líderes de ANC y Òmnium y extender el miedo entre los ciudadanos dispuestos a ir a votar. Quizás, incluso, actuar contra el presidente.

Extender el miedo haciéndonos viajar por el túnel del tiempo es un bumerán para el PP porque amplía la base del independentismo a cada paso. Recuerda demasiado a los tiempos en que se tuvo que ganar el autogobierno. La base se ampliará, ante la estupefacción del nacionalismo español, con una transversalidad grande y con apellidos de todas las procedencias. Este es un país mezclado, preciosamente impuro, tozudamente bilingüe que no renunciará a las instituciones.

Rajoy debe de pensar que el cerco al referéndum y la represión del Estado se puede cargar a corto plazo el autogobierno y una generación de actores políticos, pero el 2 de octubre el presidente del gobierno habrá demostrado su incapacidad de analizar la realidad y que sólo tiene en sus manos la represión y una lectura de la Constitución que una gran parte de los ciudadanos no reconoce, ni reconocerá por decreto.

Los golpes policiales han dejado las garantías del referéndum bajo mínimos. Se sabe dónde ir a votar, pero no hay junta electoral. Las dificultades son tantas que poner las urnas será un hecho simbólico de gran fuerza y, incluso si no consiguen ponerlas, la respuesta ciudadana previsiblemente masiva del día 1 tendrá la clave de lo que pueda pasar a partir del día 2. En cada respuesta del Estado hay un incentivo para seguir adelante. Rajoy ha hecho política cuando ha elegido no moverse y esperar a reprimir. Ha hecho política desmontando el autogobierno, ha hecho política no escuchando, sacando partido de los réditos espurios de ir contra Cataluña en buena parte de España. La respuesta está ahora en la calle y este es un pueblo que ha demostrado sobradamente su civismo. Que le quede bien claro a Europa y al mundo quién es el agente provocador.

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