LA OBSERVADORA

El arte de (no) callar

Sebastià Alzamora se ha enfrentado con sus (y nuestros) demonios, con los monstruos que pueden habitar en todos nosotros

Esther Vera
3 min
L’art de (no) callar

"Sólo hay que dejar de callar cuando se tiene algo que decir más valioso que el silencio", escribía Joseph Antoine Toussaint Dinouart, sacerdote de la diócesis de Amiens. Predicador, polemista, escritor y defensor de los derechos de las mujeres en la Francia del siglo XVIII. Como es natural, por poco no termina en la hoguera.

El arte de callar es un capítulo más de la ars retórica y Dinouart animaba a callar en el momento justo porque "hablar, hablar demasiado o no hablar bastante son los efectos ordinarios de la lengua". Callar también es no escribir y combatir la precipitación, la furia por escribir sin cultivar antes del estudio, la reflexión, la experiencia y la medida justa.

Una de las mejores ideas de Dinouart es que se escribe demasiado sobre cosas inútiles, demasiado sobre las mejores cosas y, sobre todo, se escribe sin respetar "los límites impuestos a la mente humana en todas las materias del conocimiento que nos ha sido negado por los designios de la Providencia ".

Una voz imprescindible

Los que trabajamos en este diario tomamos cada día muchas decisiones sobre qué cuestiones vale la pena publicar y merecen el tiempo de nuestros lectores. Todos elegimos cada día, también, muchas palabras para expresar opiniones, informar y analizar el mundo en que vivimos y el mundo que queremos. Hoy publicamos un texto imprescindible. De los que hacen avanzar colectivamente. Una reflexión desde la honestidad absoluta, una lucha contra el engaño que a menudo nos construimos para evitar la crudeza de vivir. Sebastià Alzamora se ha enfrentado con sus (y nuestros) demonios, con los monstruos que pueden habitar en todos nosotros, los que se ven tan claramente de madrugada y pueden llevar todas las almas al desamparo. Ha puesto al descubierto su debilidad y su fortaleza. En definitiva, cómo la voracidad de la vida nos destruye y nos salva.

El dossier sobre el alcoholismo no es un dossier más. Para nosotros es una apuesta enérgica, una luz roja contra lo que nuestra cultura lleva a frivolizar y que destruye tantas cosas. Alzamora nos cuenta su temporada en el infierno. Y si sirve para que tú que nos estás leyendo afrontes la verdad, para que todos seamos conscientes del poder devastador del consumo excesivo y el poder de la adicción, para que los jóvenes se pregunten cuál es la medida, habremos sido útiles.

Beber bien y leer bien

Debemos enseñar a beber a los menores, dice el sociólogo Javier Elzo, del mismo modo que los educamos en otras cuestiones. Beber bien, como comer bien, es tan importante como leer bien.

Por cultura y por facilidad de acceso, la población adulta en Cataluña es altamente consumidora de alcohol. Los expertos nos explican que el 75% de la población que cumpliría criterios de enfermos alcohólicos no son tratados porque ni ellos mismos lo quieren, lo saben o lo afrontan. Releo estos últimas líneas y pienso que suenan catastrofistas. Sí, a mí también. ¿Por qué? Porque culturalmente nuestra tolerancia al acceso y el consumo de alcohol es muy alta y tendemos a ignorar las advertencias de los expertos considerándolos una exageración. También nos explican en este dossier que el alcohol produce muchos daños a terceros. Se concretan, por ejemplo, en violencia, accidentes o relaciones sexuales no protegidas.

Todos podemos y debemos ayudar a los alcohólicos. Sin ninguna mirada de suficiencia. De la misma manera que la sociedad ha aprendido a divertirse en lugares sin humo también tendrá que aprender a hacerlo con un consumo de alcohol moderado o inexistente, y siendo consciente de que el consumo excesivo lo convierte en la peor droga, la que está más al alcance, la que está más bien vista, menos estigmatizada, la que supuestamente estimula la creatividad. Antes de destruirla.

Beber no se puede asimilar a divertirse y los jóvenes deben ser capaces de hacerse mayores sin que la tribu los someta a un coma etílico. No empugemos al consumo, no lo frivolicemos y ayudémosles a aprender que el no es más difícil de pronunciar que el sí.

Resistir al abismo

Vivimos buscando héroes a pesar de que los tenemos al lado. Leed y releed a Josep Maria Esquirol, con el imprescindible La resistencia íntima, una guía para responder a lo que a veces se convierte en el abismo de vivir. "Las cosas más elementales quizá están ya atravesadas por el ánimo de responder o resistir en la oscuridad de la intemperie. El nihilismo no se supera, del mismo modo que no se supera la finitud: se afronta. Nos movemos entre la proximidad y el abismo y la proximidad es ya una respuesta al abismo". Lo más profundo, lo que puede mejorar nuestras vidas individuales y colectivas es lo más cercano.

Nuestros héroes son los que miran hacia adelante lúcidamente, luchan y, desnudos, tienen el coraje y la generosidad de explicarnos su apuesta por la vida.

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