LA OBSERVADORA

Una cuestión de tiempo

Ada Colau no rehuye el debate soberanista, pero aspira a mantener un margen de maniobra evitando compromisos

Esther Vera
3 min
Una qüestió de temps

Ada Colau ha hecho un máster acelerado de realpolitik. Un año en la alcaldía de Barcelona da para ver la tozuda resistencia que la realidad opone a su transformación, el peso de las inercias en la administración de los asuntos públicos, los prejuicios mutuos de aquellos que aspiran al poder y de los que están acostumbrados a poseerlo. Esto, aparte de la complejidad inherente a la gestión de una ciudad con desafíos extraordinarios. La activista lleva ya muchas horas de vuelo en la alcaldía y ha visto cómo algunas cosas cambiaban sin remedio. De hecho, da la impresión de que lucha para que la inercia no la engulla dentro de ese agujero negro que lleva a tantos políticos a levitar. A sobrevolar la realidad de la mayoría.

Si la clave de la supervivencia, como decía Darwin, es la capacidad de adaptación, Colau augura mutaciones prodigiosas. No es necesario insistir en preguntarle si será candidata a la Generalitat. Colau quiere acabar el mandato, ha aprendido que cuatro años en política pasan más deprisa que en la vida civil. Pero su discurso supera el personaje de alcaldesa de Barcelona de manera recurrente.

Aceleración

Colau no rehuye el debate soberanista, pero aspira a mantener un margen de maniobra evitando compromisos. Rechaza con vehemencia lo que interpreta como lecciones de pureza de otras formaciones y aún cree en la posibilidad de transformar España en una federación o confederación respetuosa con la identidad catalana y su voluntad de ser. Colau no sólo no ha desconectado de un proyecto para España sino que está dispuesta a jugar fuerte. Por ejemplo, implicándose en las próximas elecciones vascas y gallegas. Colau no sintoniza con Pablo Iglesias, pero comparten el discurso sobre el fin del régimen bipartito de la Transición.

Una de las habilidades de Colau hasta ahora ha sido mantener algunas ambigüedades que permiten ensanchar el espacio electoral de los comunes y convertirlo en transversal, la palabra preferida de todos los partidos para ampliar la base de votantes. Cuando todas las formaciones en Cataluña han tenido que definirse en el plano nacional y asumir costes, la alcaldesa se presenta como inequívocamente soberanista, considera que la mayoría parlamentaria está intentando acelerar el tiempo, pero se esfuerza en hacer equilibrios para evitar un estropicio, a pesar de la distancia evidente con algunos líderes de Cataluña Sí Que es Pot. Considera que Cataluña no debe subordinar su proceso al Estado, pero no quiere unilateralidades.

De respuestas torrenciales, Colau ha ido matizando el lenguaje del activismo, pero queda un poso de progresismo tradicional, de previsibilidad, con un tono combativamente amable.

Valores republicanos

Ada Colau nos recibe junto a un retrato de Frederica Montseny. El despacho tradicional del alcalde, que ha cambiado por uno más funcional, lo utiliza para recibir visitas. Ha mantenido los cuadros que había. Entre ellos un Miró y dos preciosas gitanas de Nonell. Su huella es una serie de fotografías de mujeres de distintos ámbitos profesionales con tres características comunes: libres, de izquierdas y combativas.

Símbolos y políticas

El año de Colau no ha sido fácil, pero ha sobrevivido con sólo 11 escaños y un concejal y 17.000 votos más que CiU. Descolocado por la derrota, el ex alcalde Xavier Trias no se ha hecho a un lado ni ha hecho oposición fuerte. La batalla por la sucesión dentro del PDC mantendrá entretenido el segundo grupo del consistorio durante los próximos meses.

El gobierno Colau es todavía un gobierno más de símbolos que de soluciones. Pero ha aprendido a ser prudente y tiene olfato. La debilidad aritmética del gobierno municipal ha pesado sobre la falta de respuestas firmes a problemas importantes. Temas pendientes como la masificación turística, que cambia la fisonomía de muchos barrios y ha secuestrado las Ramblas, la Boqueria y la Barceloneta, el invasivo despliegue de los vendedores ambulantes en el espacio público, o la creación de una verdadera política de vivienda que evite la expulsión de muchos barceloneses hacia otros municipios metropolitanos debido a la automática subida de precios.

Ada Colau se ha convertido en un actor consolidado. En los próximos meses tendrá que empezar a hacer balance del pacto y la acción de gobierno y también definirse ante los acontecimientos en Cataluña. Establecer prioridades, decidir si condiciona a la política española su apoyo al procés, si prioriza el apoyo a las instituciones catalanas en caso de que el TC utilice la vía penal contra la presidenta del Parlamento, si descarta la unilateralidad pase lo que pase o si ensaya un acercamiento a las fuerzas parlamentarias de izquierda, con las que comparte parte del ideario y también compite electoralmente.

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