Esther Vera

Algo huele a podrido

4 min
Alguna cosa fa pudor de podrit

Barcelona"Algo está podrido en el estado", y no precisamente en la Dinamarca de Hamlet. La coincidencia de los juicios del caso Gürtel y de las tarjetas opacas de Bankia ha puesto en evidencia la putrefacción del sistema político español. Pero la oportunidad de aprovechar la sacudida para afrontar una necesaria regeneración puede pasar de largo.

Ambos casos tienen raíces comunes en el capitalismo de amigotes y la corrupción relacionada con la financiación de los partidos políticos. Durante muchos años, los negocios en España se han hecho en el palco del estadio Bernabéu, donde coincidían políticos, financieros y constructores que tenían una engrasada red de colaboración mutua. Las decisiones se tomaban en detrimento del precio de las obras públicas y las concesiones, incrementando precios y también los riesgos de las entidades financieras, que irresponsablemente inflaban la burbuja inmobiliaria con los mismos bancos convertidos en promotores. El resultado fue el perjuicio de los intereses de los accionistas y de todos los ciudadanos.

La colaboración judicial de Francisco Correa ha puesto de manifiesto, en el juicio del caso Gürtel, que la financiación del PP se hacía pactando concursos de obra pública sobre los que el partido recibía entre el 2% y el 3% de la adjudicación. Correa ha explicado el funcionamiento de la trama, de la que responsabiliza al gerente del PP entre 1999 y 2005, Luis Bárcenas. Ambos habrían pactado en 1996, con José María Aznar en el gobierno, un sistema de cobro multimillonario de comisiones. Francisco Correa puso el ejemplo de los Ministerios de "Fomento y Medio Ambiente" como cooperadores y las empresas "OHL, ACS, Dragados y Ros Roca" como partícipes del engaño a los contribuyentes.

Por un lado, los constructores y los concesionarios de servicios públicos pagaban al partido en el gobierno a cambio de contratos. Por otro, uno de los hombres mejor conectados del PP, el ex ministro de Economía de Aznar Rodrigo Rato, lideraba por elección de Mariano Rajoy el grupo financiero BFA-Bankia, que asumía riesgos fuera de criterio empresarial y beneficiaba a las empresas y los grupos de comunicación que hacía falta. Encabezado por Caja Madrid, Bankia era el resultado de la agrupación de siete cajas de ahorros en las que el poder político había actuado como una carcoma. Rato está ahora en el banquillo por haber utilizado de manera espuria los recursos de la entidad y haber extendido las prebendas a sindicatos, políticos y consejeros. Pero el caso más grave está aún por cerrar definitivamente. El ex ministro, con la ayuda de un gobernador del Banco de España que no quiso escuchar las advertencias de sus técnicos y de la CNMV, que favoreció una contabilidad que podemos calificar de creativa en los balances, forzó una salida a bolsa fundamentada básicamente en los ahorros de particulares. El rescate de Bankia se concluyó con inyecciones de dinero público por valor de 23.500 millones de euros.

Las fotografías de esta semana tendrían que significar un antes y un después en el nivel de triquiñuela política que la opinión pública está dispuesta a resistir. Pero en lugar de pasar factura, el PP se dirige nuevamente a una investidura.

El pulso de Pedro Sánchez para garantizarse el liderazgo del partido y mantener el no al PP con el apoyo de las bases socialistas ha acabado con un campo de batalla lleno de cadáveres. Ni Parlon ni Iceta tienen interés en formar parte de la mortandad y pretenden mantener el no a Rajoy, pero la investidura se abrirá paso con cualquier fórmula que permita prestar unos cuantos votos y confiando en que la extraordinaria debilidad de la memoria colectiva lo considere un incidente propio de la política. Las resistencias se superarán porque, como dice un dirigente socialista, "no han hecho un golpe de estado interno y han decapitado a Sánchez para votar ahora contra Rajoy".

300 días después de las elecciones, Mariano Rajoy tiene muy cerca volver a ser presidente del gobierno y poner cara de estadista. El poder tiene un aura vaporosa, una pátina de respetabilidad, que puede hacer confundir el inmovilismo con la resistencia, la putrefacción con la maduración.

El PP seguirá siendo partido de gobierno a pesar de la corrupción, pero la oportunidad de poner toda la suciedad bajo la alfombra se ha reducido con las declaraciones del caso Gürtel. De momento, Rajoy se ha puesto de perfil y Correa parece interesado en dirigir la potencia de fuego a Aznar, pero el hedor no se puede evitar por completo.

Nos podemos preguntar si Cataluña tiene estándares diferentes de los españoles en materia de corrupción política de los partidos que han gobernado largamente. ¿El Bernabéu político catalán es el Palau de la Música? En Cataluña el primero de marzo se iniciará el juicio contra Millet y Montull por el expolio del Palau. Podremos saber si los negocios con las constructoras, como parece, se hacían en el entorno del Palau de la Música, y la investigación paralela del caso del 3% tendría que permitir saber si las prácticas de Convergència se han alargado temerariamente en el tiempo.

Los herederos de Convergència todavía están en disposición de elegir si quieren una verdadera refundación que siente las bases en un funcionamiento transparente, austero y participativo. ¿Cataluña tiene estándares políticos más altos? El trabajo más difícil para el PDECat, el rearme ético e ideológico, se tendrá que hacer en meses de tensión política por la gran empresa que significa el proceso, y en plena redefinición y conflicto de los liderazgos internos.

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