Raimundo Castro: "La memoria fue una concesión que ha acabado en renuncia"

Castro es periodista y autor de 'Los imprescindibles: la novela de los últimos maquis' (La Esfera), que es un tres en uno porque te encuentras un libro de aventuras con quijotes y personajes muy reales, muchos datos de la guerra y la posguerra y un homenaje a la dignidad de los que lucharon hasta el final

Ferran Casas
4 min
Castro al seu 'despatx' del bar Casa Manolo, a Madrid. La setmana passada va presentar la novel·la amb el president del Congrés, Patxi López.

MadridRaimundo Castro (Torremocha, Cáceres, 1955) es el periodista decano del Congreso. Está ahí desde finales de los 70 e hizo de corresponsal político de El Periódico, entre otros. Ahora va por libre escribiendo o haciendo tertulia aquí y allá. Siempre al caso de lo que se cuece en los pasillos (no le hace falta acercarse a los políticos porque cuando lo ven ya se le acercan ellos), Los imprescindibles es su segunda novela. La primera la escribió en 1979, y en esta ha invertido 15 años. El desengaño de una determinada izquierda con la Transición está presente en ambas. En medio, ensayos y biografías, desde José María Aznar hasta Juan Mari Bandrés.

15 años para escribirla. No entiende de plazos.

¡Y 25 de inmersión! Cuando empecé a conocer a brigadistas, maquis y niños de la guerra había 25 guerrilleros. Ahora dos: Esperanza Martínez y Quico Martínez. Cuando te pones en temas así ves que no sabes nada. Yo pensaba que la Puerta de Alcalá estaba agujereada por los bombardeos. Pues no. Franco prohibió bombardear la zona porque ahí vivían muchos de sus mecenas. Por eso los partidos de izquierdas trasladaron ahí sus sedes. Los disparos en la puerta son por los enfrentamientos entre anarquistas y comunistas. Historias así hay muchas.

Es difícil aportar algo, ya que en España se ha escrito mucho sobre guerra.

Es cierto, pero mucho menos sobre los guerrilleros, las brigadas internacionales, el control de los comunistas, las implicaciones con otros países, las técnicas de guerrilla urbana... El maquis comienza mientras dura la guerra y termina en 1955. Después quedan anarquistas como Quico Sabaté o Franco Veiga hasta mediados de los 60.

¿Por qué se tiene poca información de ellos?

Eran guerrilleros de la República y sabemos poco porque los rusos se llevaron la información a Moscú. Venía la Segunda Guerra Mundial y no querían que Franco conociera las técnicas del Decimocuarto Cuerpo del Ejército Guerrillero. Pero en la posguerra tiene mucho impacto y es diferente, por ejemplo en Cataluña, que era punto de entrada de los anarquistas.

¿De dónde viene el nombre de maqui

De maquisard, guerrillero en francés. Los maquis son cerros con arbustos y matorrales donde es fácil esconderse. Franco utilizó el nombre para dar a entender que eran de fuera, pero la mayoría eran de aquí y habían luchado en la Segunda Guerra Mundial. Muchos son héroes condecorados en Francia y considerados todavía bandoleros en España. Franco les combate primero con el ejército y luego con la Guardia Civil, presentándolos como un problema de orden público.

En La quema

El compañero de RNE Carlos Santos, que ahora ha escrito 333 historias de la Transición, quizá exagera, pero explica que la decepción inicial se veía con las letras de Lluís Llach, los artículos de Javier Sádaba, mi novela y poco más. Y hasta ahora. Los maquis siguen olvidados. La de la memoria histórica fue una concesión entonces vista como inevitable pero que ha acabado siendo una renuncia permanente. Muchos guerrilleros han muerto en una situación económica muy precaria porque de jóvenes habían luchado en lugar de cotizar.

Quizás se podía entender durante la Transición, pero cuesta asumir que fuera igual con el debate de la memoria de hace 10 años.

La democracia no tuvo la delicadeza de dignificarlos porque hacían lucha armada y aún estaba presente el tema de ETA y otros grupos. Era un tema tabú. Pero sobre todo era por el miedo a la derecha, agresiva con el tema.

¿Con la nueva izquierda espera que sea un poco -o muy- diferente?

Me temo que no, y eso que hay poca excusa para no dignificar a los que fueron más dignos que nosotros. Los de Podemos no quieren pasar por guerracivilistas, no quieren líos. No ven que esta gente son la génesis de lo que fue el Mayo del 68 o ha sido el 15-M. Por eso el hilo conductor de la novela es un viejo guerrillero que conoce a una chica en la acampada de Sol y la lleva por su historia.

¿Los progresistas han fracasado a la hora de construir una sociedad con una visión más crítica?

Seguramente, en la memoria o en el encaje de las naciones. El País, por ejemplo, ha priorizado la defensa del Estado y la monarquía a las ideas de progreso. A la Transición llegamos políticos y periodistas juntos contra el franquismo. Esto se rompe cuando el periodismo sólo hace negocio y arrincona la necesidad de transformar. Ahora esto contraponlo a los maquis, que lucharon hasta el final para ser dignos de sí mismos. Entonces, como ahora, ser honrados era ser revolucionarios para poner patas arriba las injusticias del sistema.

¿La izquierda oficial se ha acomodado?

Cuando cae el Muro de Berlín lo hace sobre las costillas de los trabajadores de la Europa Occidental. El miedo de los empresarios al comunismo era lo que facilitaba un cierto equilibrio, lo que hemos conocido como el estado del bienestar. Cuando esta amenaza desaparece el capitalismo pasa a la ofensiva. Y ahora, y también por los errores del estalinismo, se está volviendo a empezar porque no hay adversarios del capitalismo. El movimiento europeo de Varufakis y Ada Colau creo que va en la línea de hacerles pensar que tienen que ser sensatos y negociar.

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