Borrell

Siempre me he mostrado dispuesto a debatir con Borrell, pero no en Cataluña sino en Madrid

Guillem López Casasnovas
4 min

Catedrático de Economía de la U. Pompeu FabraConozco a Josep Borrell. He debatido con él temas de economía europea y durante un curso fue profesor asociado en la Universidad Pompeu Fabra en una asignatura de mi área, análisis de políticas públicas, en la que compartíamos la docencia. No descubro nada si digo que es una persona lista, con un gran recorrido y de verbo fácil. No juzgaré ninguno de sus posicionamientos políticos, no me corresponde ahora. Pero sí quisiera destacar que su habilidad de prosa no hace siempre bueno el contenido de lo que explica. Lo digo a raíz de su visión de la financiación autonómica y de las balanzas fiscales en particular. Tampoco quiero entrar aquí en temas de financiación autonómica. Me pasa como con el debate que tuve con Carlos Solchaga hace ya unos años, y que circula todavía en la web. Un ministro, por listo que sea y por meritorias que hayan sido sus contribuciones a la política económica, no siempre lo sabe todo; en particular, si se ha descolgado de la realidad del funcionamiento efectivo de la descentralización fiscal española porque, por ejemplo, hace tiempo que se dedica a la consultoría, en los despachos o en otras actividades. Conocer cómo funciona el pequeño Frankenstein de la financiación autonómica no es exigible ni a Solchaga, al que hay que perdonar los errores, como quedó demostrado en el debate, ni a Borrell. Pero he aquí que Josep Borrell, junto con Joan Llorach, en un interinaje político dedicado a fustigar el soberanismo catalán, publicó en 2015 'Las cuentas y los cuentos de la independencia'. He leído con cuidado el libro y he seguido tanto el contenido como la vehiculación mediática que ha conseguido. Un impacto en Cataluña que nunca hemos conseguido en España quienes pensamos de manera diferente: ni invitaciones a foros estatales ni a medios de RTVE (que, claro, los de aquí no hemos podido exigir), y sólo en unas pocas ocasiones hemos podido asomarnos a la prensa escrita. Debo decir, en todo caso, que cuando Josep Borrell ha criticado con dureza los pro balanzas catalanes, mi nombre se ha salvado. Tenía a otros al alcance, cabe decir que más golosos, que, por sus interpretaciones más extremadas, pensaría que merecían las diatribas más que yo.

Quienes me conocen, más de una vez me han pedido hacer un debate con él. Siempre me he mostrado dispuesto: tengo acceso a Josep Borrell y creo que el respeto en materias no políticas es mutuo. Pero siempre pedí que el debate fuera en Madrid. No en Cataluña. En la trampa de hacer dudar sobre el déficit fiscal catalán ya cayó en su día incluso el hábil Junqueras. El tema de las balanzas fiscales se presta: es complejo y permite diferentes métodos de estimación, varias hipótesis, bases de cómputo y periodos temporales de referencia de ciclo económico diverso. De modo que, con elocuencia y oportunismo, un buen orador siempre puede sacar rédito de cuestionar los saldos del déficit fiscal catalán. Ni que sea por la duda que deja en quien le escucha para decidir quién tiene razón en favor de 'muchas razones'. O que permite decir, como hizo un portavoz de economía socialista en el Parlamento, que no nos teníamos que discutir sobre si el déficit fiscal catalán era del 6% o del 11% del PIB, ya que "no había que pelearse por unas décimas ".

Nunca se quiso hacer el debate de nuestras visiones fuera de Cataluña. En cambio, su libro 'Las cuentas y los cuentos de la independencia' ¡no paraba de vender ejemplares! Quienes hacíamos los informes para los diferentes gobiernos de la Generalitat, socialistas incluidos, lo hemos hecho siempre gratis, con el día de gloria de la presentación, para que luego los estudios se quedaran en un cajón, ¡mientras que el listo del Borrell hacía negocio con ello! Bien. Todo esto viene a cuenta de una libreta que guardo con los detalles de lo que entiendo son los errores de Borrell, los cuales, creo yo, se refieren a la interpretación de los saldos, a la discusión de si neutralizar o no los déficits, y a cómo utilizó una frase del 'conseller' Mas-Colell referida a otro contexto (el de las cuentas públicas y no los de la balanza fiscal, de los que son sólo una parte) para criticar supuestamente a subordinados y otros académicos por no estar en la altura del 'conseller'. Y a cómo, por dos veces, calló, y encajó sin réplica dos respuestas del mismo 'conseller' Mas-Colell, que decía en pocas palabras que Borrell no sabía de qué hablaba. Claro que Mas-Colell se cansó, y el eco mediático en la prensa de conveniencia fue nulo, mientras Borrell iba por la duodécima edición de 'Las cuentas y los cuentos...'.

Espero y deseo ahora que Josep Borrell sepa más en materia de representación exterior de los intereses de España que de financiación autonómica y balanzas fiscales. Seguro que sí. Y que su innata capacidad de argumentar brillantemente se dirija a nuevas cuestiones que mejoren la dañada Marca España en el mundo.

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