Javier Aroca

El arte de vencer

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El secretari general del PSOE, Pedro Sánchez, durant el segon dia del debat d'investidura. El líder socialista haurà d'enfrontar-se divendres de nou al veredicte de la cambra.

El CIS ha anunciado, como si no lleváramos meses en ella, que la campaña electoral ha empezado. Sus datos han convulsionado los cimientos de la izquierda clásica. No sabemos si sus pronósticos se cumplirán, pero, sin duda, están marcando los primeros escarceos de la confrontación. Y de manera fratricida; mientras que el panorama de la derecha está despejado, con un rutilante e impasible Rajoy, la izquierda se desgañita a voces. No deja de ser un fracaso que, después de años de austericidio, políticas antisociales y golpes bajos a los principios democráticos constitucionales, la izquierda, por separado, ni le tosa. Solo pelean por el segundo puesto. Con matices, la izquierda emergente acaricia superar a la derecha, y el PSOE compite por la vida, por ser segundo; así, uno suele quedar tercero.

Si atina el CIS, la crisis no sólo será política sino también orgánica. Sánchez, seguramente, dimitirá la misma noche electoral, con lo cual quedará descabezada la política de pactos en favor del comité federal, pero también de esos poderes, de momento sin emerger institucionalmente, que están marcando los destinos de la formación socialista. El desgaste orgánico habrá pasado factura; algunos y alguna estarán arrepentidos de no haber celebrado el congreso cuando tocaba, la tensión orgánica pudre a cualquiera. Decía Sunzi, en El arte de la guerra, que nunca es beneficioso para un país -léase partido- dejar que una operación militar se prolongue por mucho tiempo.

En esa tesitura, las posibilidades de que el PSOE se haga el harakiri, absteniéndose para que gobierne la derecha, son reales. Mientras tanto, se aferran a que nada está dicho, que las elecciones se ganan en las urnas. Tienen razón, pero siguen con su objetivo: ser segundos; determinados a frenar a Podemos, sea como sea, aún perdiendo su propia identidad, al tiempo que se la niegan a su rival. Incluso sus estrategias y alternativas pueden estar en cuestión. La encuesta del CIS apunta resultados espectaculares para sus rivales en Cataluña, con lo que la evidencia electoral falsaria su enfoque catalán; un poco mejor acabaría en Andalucía, pero no pasaría quizá del empate con el PP ,pero, a estas alturas, mejorar a Sánchez ya no consiste en exhibir una victoria frente al PP, sino en la épica de frenar a Podemos. Una especie de Termópilas a la sureña.

Podemos gana en campo ajeno, les roba la patria , esa idea inasible, fácilmente contaminable por banderas e himnos, y la socialdemocracia, defendida ahora patrimonialmente desde las telarañas. Será curioso el debate económico: Garzón, que no ha sido socialdemócrata en su vida, y Jordi Sevilla, que ya se superó por la derecha con su socialliberalismo. Un comunista y un socialista, a fuer de liberal, que así se reconoció Sevilla a sí mismo, en su profesión de fe (Sevilla, J. 28.12.1999 El País). Lo habrán notado, el día de los inocentes.

Amenazado en sus cuarteles, el PSOE no encuentra nada mejor que atacar, pero ya lo decía Sun Zi: no se debe atacar cuesta arriba, ni contra el viento, ni con el sol en la cara. Sobre todo porque esto último ciega.

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