Divorcio electoral

La divergencia entre el sistema de partidos de Catalunya y del Estado ha venido para quedarse

Javier Pérez Royo
4 min

Electoralmente Catalunya se ha ido distanciando de España poco a poco. Desde las elecciones del 15 de junio de 1977 hasta las elecciones catalanas de otoño de 2010 hay una notable homogeneidad en términos electorales entre lo que ocurre en el sistema político español y en el catalán. Si me apuran, diría que hasta las de 2011, municipales de mayo y generales de noviembre. Lo único que singulariza los resultados electorales catalanes de 2010 y 2011 respecto de los anteriores es el descenso muy acusado del PSC/PSOE compensado con la subida de CiU y PP. Pero la suma de las tres formaciones políticas, CiU, PP y PSC/PSOE, por un lado, y la suma del PP y PSC/PSOE, por otro, todavía se corresponden en los procesos electorales de 2011 con los de 1980 y todos los posteriores.

En las elecciones generales de 2011, CiU, PP y PSC/PSOE sumaron 41 escaños de 47 (43 en 2008, 37 en 2004, 44 en 2000, 43 en 1996 y 1993, 42 en 1989, 45 en 1986 y 1982). PP y PSC/PSOE sumaron en todas más del 50% de los escaños salvo en 1989 (46, 2%) y en 1911 (47,3 %).

Los tres partidos políticos que habían gestionado la gobernabilidad de Catalunya y de España y que daban estabilidad al sistema político en su conjunto, y los dos partidos de gobierno de España, cuya presencia en Catalunya hacía que hubiera homogeneidad entre el sistema político español y el subsistema político catalán, se mantenían a finales de 2011 como lo habían hecho desde 1982. No con el mismo porcentaje y número de escaños cada uno, pero sí todos juntos. La pérdida del PSC/PSOE quedaba compensada por la fortaleza de CiU y PP. La correlación entre el sistema electoral catalán y español se mantenía prácticamente intacta. La integración de Catalunya en el Estado no parecía un problema para el que no se pudiera tener respuesta con base en la Constitución de 1978.

Esta apariencia de estabilidad empezaría a desmoronarse a partir de 2012 al calor del avance de la reivindicación del llamado “derecho a decidir”, que ha provocado un terremoto en el sistema de partidos de Catalunya y como consecuencia de ello, un terremoto también en la relación entre el sistema de partidos catalán y el español. En Catalunya ha conducido primero a la desintegración de CiU y después a la desaparición de los dos partidos que integraban la coalición, que están en proceso de refundación uno y liquidado el otro. En la relación entre Catalunya y el Estado, ha conducido a la reducción a la mitad de la presencia de los partidos de gobierno de España en Catalunya. Los 13 escaños de los 47 posibles que el PP y el PSOE han sumado en las elecciones generales de 2015 y 2016 los han convertido en partidos que casi rozan la marginalidad dentro del sistema de partidos catalán.

La desintegración del sistema de partidos en Catalunya, que está, en consecuencia en un proceso de recomposición, y el divorcio entre el sistema de partidos de Catalunya y del Estado han venido para quedarse. No parece que, al menos en el tiempo en que es posible hacer predicciones, vayamos a volver a una situación parecida a lo que fue el sistema de partidos que podríamos calificar de “la transición”.

Y este es un problema muy serio en general, pero, sobre todo, para encontrar una respuesta a la integración de Catalunya en el Estado. El pasado 30 de octubre, el profesor Rodríguez Teruel publicaba un artículo en El Periódico con el expresivo título “La debilidad del PP en Catalunya no facilita la salida”, en el que afirmaba: “mientras se mantenga esa anómala situación en la que el partido más importante de España es testimonial en Catalunya, las opciones para resolver el asunto resultarán poco creíbles”.

En mi opinión, la debilidad del PSC/PSOE es por lo menos tan preocupante como la del PP, si no todavía más. Y ambas debilidades juntas dibujan un escenario de una complejidad extrema. Porque además, el divorcio catalán se ha extendido al País Vasco. PSE/PSOE y PP pudieron constituir gobierno en 2009 en el País Vasco. Hoy están en una posición casi marginal.

En un momento en que se empieza a hablar de reforma de la Constitución con algo más de consistencia de lo que se ha hecho en el pasado y en el que va a empezar a andar la Comisión en el Congreso de los Diputados pactada entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, no se puede perder de vista que el sistema de partidos que se configuró a partir de los resultados electorales del 15 de junio de 1977 tanto en Catalunya como en el Estado, que se reproducirían en las elecciones de 1979 con los que se negociarían los Estatutos de Autonomía de Catalunya y País Vasco, tiene poco que ver con la relación que existe entre el sistema de partidos de ambas nacionalidades y el del Estado.

El divorcio electoral entre Catalunya y País Vasco de un lado y el resto del Estado del otro es un dato con el que habrá que contar en el proceso materialmente constituyente que ya tenemos abierto en España.

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