Objetivo comprensible, estrategias equivocadas

El gobierno catalán ha actuado con prisas, olvidando que necesitaba una mayoría suficiente

Joan Majó
3 min

Aunque no se comparta, porque se pueden defender otras opciones respetables y quizás mejores, hay que aceptar que la independencia de Cataluña es un objetivo legítimo y comprensible. Ahora bien, tanto la independencia como cualquier otra opción necesitan un requisito previo: la constatación de que hay una mayoría suficiente de ciudadanos catalanes que manifiestan formalmente que la quieren. Durante los últimos años, el Govern ha actuado con prisas, olvidando o dejando de lado este paso previo. Y por la parte española ha habido una terca incapacidad para hacer propuestas alternativas o para aceptar una negociación, desviando el tema al poder judicial. El resultado ha sido el bloqueo, el enfrentamiento y la frustración. No será fácil salir de esta situación si desde ninguno de los dos bandos se admiten errores estratégicos, lo que en algunos momentos ha parecido que ocurría, pero, seguramente para no dar la impresión de que se retrocedía respecto a las promesas hechas, de forma siempre demasiado tímida.

Escribo estas líneas bajo el efecto de tres situaciones preocupantes. Primera, la celebración de un juicio que intenta, sin suficiente razón, convertir en graves delitos unas actuaciones políticas que son discutibles pero que no justifican ni los relatos manipulados, ni la calificación penal, ni las medidas preventivas dictadas. En segundo lugar, el anuncio de nuevas elecciones está agravando la situación puesto que se están añadiendo mentiras, descalificaciones e insultos personales a lo que debería ser un enfrentamiento ideológico. Y finalmente, el enfrentamiento de algunas autoridades catalanas, y de parte de la sociedad civil, con las instituciones de la UE, tal vez pensando -erróneamente- que así se puede forzar su apoyo.

1. La actuación española. No necesito extenderme mucho para calificar la actuación del anterior gobierno español, el del PP, que creo fundamentada en una visión anticuada de los estados, en una concepción equivocada de la unidad dentro de lo que es una sociedad plural, y en un reflejo emotivo de la voluntad de revisar de forma retrógrada el pacto de la Transición y la Constitución; pacto por cierto que pienso que hay que actualizar, pero en un sentido contrario: para adaptarlo a los nuevos tiempos. La actuación del gobierno popular se asentaba en un cuarto fundamento, éste sí en correspondencia con la realidad: el convencimiento de que por la vía del enfrentamiento tienen las de ganar, porque tienen las armas políticas y jurídicas que necesitan y que Cataluña no tiene, y porque cuentan con los apoyos exteriores (especialmente europeos), que, si no cometen ningún error importante, no les fallarán.

El partido socialista, mientras estaba en la oposición, predicaba ideas como la plurinacionalidad o el estado federal, que creo que reflejaban su pensamiento real. Pero en momentos críticos, pienso que equivocadamente, hizo pasar por delante su "sentido de estado", y apoyó las políticas del PP. Una vez en el gobierno, el PSOE ha flexibilizado claramente las actitudes cerradas del PP, pero no ha tenido suficiente valentía para iniciar una verdadera estrategia de negociación. A esta ruptura ha contribuido también el gobierno independentista. Ambos gobiernos deben revisar estrategias. Quiero hablar ahora sólo de las del gobierno catalán. Dejo para otro momento las del PSOE.

2. La estrategia catalana. He explicado a menudo algunos de los que considero los errores estratégicos del 'procés'. No haber valorado adecuadamente las dificultades reales, resultantes de las respectivas fuerzas, o quizás haber querido ocultarlas. No haber medido bien la importancia de las alianzas exteriores y muy concretamente las actitudes esperables de los estados de la UE, comprometidos con uno de sus socios más importantes. No haber sabido sacar provecho de los errores del Estado, que tuvieron un impacto importante en la UE, como la violencia policial del 1 de octubre, impactos que quedaron 'compensados' por actuaciones equivocadas o ilegales como la declaración unilateral de independencia. Y haber buscado enfrentamientos con las autoridades europeas, como las declaraciones del 'president' Puigdemont en que ponía en duda la conveniencia de seguir en la UE, las críticas a la "neutralidad y pasividad" europea, la ocupación de la sede barcelonesa de la Comisión Europea, o la reciente descalificación del Parlamento Europeo por parte del 'president' Torra...

3. Hay que reclamar política y hacer política. Esto significa, entre otras cosas: firmeza pero paciencia; no descartar soluciones alternativas; buscar una amplia mayoría social alrededor de alguna de estas soluciones; no pensar que la forma de conseguir lo que se quiere es desprestigiando al Estado; comprender mejor los intereses de la otra parte; buscar apoyos en el Estado que no obliguen a renegar de la identidad española; entender que para la UE será difícil aceptar soluciones que la perjudiquen; mantener con declaraciones, pero también con hechos, la exigencia de diálogo y de negociación, tanto en Cataluña como en España y en la UE. Quiero pensar que no será fácil, pero que se puede cambiar la visión de los otros dos. En todo caso, espero que el 28 de abril el bloqueo no se convierta en una situación peor, como ocurrió a finales del 2017.

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