Joan Majó

Una semana de estropicios

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Refugiats sirians / ANA

La semana pasada, la del 9 al 16 de noviembre, no fue una semana cualquiera. Se produjeron en Barcelona, en Madrid, en Londres, en La Valeta y en París unos acontecimientos que son importantes por sí mismos, pero su coincidencia, vista en perspectiva, permite intuir tendencias de futuro para nuestra sociedad. Cuando digo “nuestra”, estoy pensando tanto en Cataluña y España como en Europa. Permitidme que enumere los hechos, y que intente explicar lo que todo ello me sugiere.

1. Cataluña-España. El Parlamento catalán, mayoritariamente, ha declarado que inicia el proceso de creación de un nuevo estado catalán, y ha anunciado la no supeditación a las leyes y a las instituciones del Estado español, en particular a las decisiones del TC. El actual gobierno español y el propio TC han amenazado con represalias financieras y con derivaciones penales para las autoridades catalanas. Tanto un acto como el otro crean tensiones y muchas incertidumbres, permiten prever algunas inestabilidades políticas y económicas y alejan la esperanza de una salida negociada al actual conflicto territorial. La declaración supone cuestionar el respeto a dos columnas básicas de toda democracia: el valor de los votos y el cumplimiento de las leyes.

2. Reino Unido - Unión Europea. El primer ministro Cameron ha dejado bien claro que una de las condiciones indispensables para que se pueda ganar el referéndum de continuidad del Reino Unido como miembro de la UE es la supresión, en el artículo 1 del Tratado, de la frase: “Una Unión cada vez más estrecha entre los pueblos de Europa [...] como objetivo común del proceso de construcción de la Unión”. Pide sin tapujos olvidar la unión política, y devolver a los estados parte de la soberanía ya cedida. La crisis de los últimos años ha puesto en evidencia que la situación intermedia en la que estamos ahora tiene muchos inconvenientes, y si no damos pasos hacia adelante se tendrán que dar hacia atrás. La bomba escondida ha estallado finalmente. En el mejor de los casos la UE seguirá adelante, pero con mucho menos peso político mundial, ya que el Reino Unido y otros países seguramente no seguirán formando parte de ella.

3. Mediterráneo, norte y sur. En la capital de Malta, los estados de la UE y los del sur del Mediterráneo, una vez más, no han logrado conclusiones viables y operativas para resolver las tensiones que crean las grandes diferencias económicas y políticas entre las dos áreas. Esto hace pensar en un crecimiento continuado de las corrientes migratorias hacia Europa, tanto por razones demográficas y económicas como por la búsqueda de asilo ante los conflictos. Este fenómeno, convertido en permanente, puede obligar a repensar elementos básicos de la construcción de la UE, en relación a la libertad de movimientos de personas, tanto en su dimensión externa como interior.

4. Europa - Estado Islámico. Los actos terroristas en París representan un salto cualitativo similar al que supuso el ataque contra las Torres Gemelas en Nueva York y sus réplicas en Londres y en Madrid. Estos ataques fueron una derivación, en territorio americano y europeo, de la Guerra de Irak. Los atentados de París y la destrucción del Boeing ruso son ataques derivados de la guerra de Siria. Como ha proclamado su presidente, Francia está en guerra. Creo que esto quiere decir que lo está Europa y lo está la OTAN. Es difícil prever qué hará la Rusia de Putin... Tenemos que aceptar que no se han acabado las guerras, tal como habíamos imaginado y sobre todo deseado. Serán guerras muy diferentes a las anteriores, pero más cercanas y menos previsibles.

5. Reestructuración. Estamos entrando en una época de inestabilidad de los estados, y se ha iniciado un proceso de definición de un nuevo mapa mundial. Tendremos que dejar de vivir en la tranquilidad de nuestros países, tanto Cataluña como España, para adaptarnos a las nuevas realidades que nos ha traído la globalización. A lo largo de los siglos XIX y XX nuestros estados se consolidaron, y crecieron a base de crear sociedades más prósperas y más igualitarias. Ahora necesitamos encontrar la manera de repetir este mismo proceso a una dimensión mayor, porque el aislamiento, la ignorancia o la impotencia en que vivía hasta ahora más de la mitad de la humanidad se ha terminado.

Todos estos estropicios, mucho más relacionados entre sí de lo que parece, evidencian la necesidad y la urgencia de esta empresa, y a la vez nos permiten ver sus dificultades y resistencias.

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