ELECCIONS EUA 2020

"No volvamos a hablar de socialismo o nos destrozarán en 2022": los demócratas moderados cargan contra la izquierda

La ajustada victoria de Biden reabre la batalla dentro del partido

Lara Bonilla
4 min
Manifestants celebrant la victòria de Joe Biden a Filadèlfia, Pennsilvània.

BarcelonaA principios de año, cuando la pandemia del coronavirus todavía nos parecía lejos, la congresista demócrata por Nueva York Alexandria Ocasio-Cortez decía que en cualquier otro país ella y el flamante presidente electo, Joe Biden, no formarían parte del mismo partido. Ocasio-Cortez y Biden representan dos facciones del Partido Demócrata que pactaron una tregua durante la campaña y dejaron de lado las diferencias ideológicas para unirse en un objetivo común: echar a Donald Trump de la Casa Blanca. Ahora que ya lo han conseguido, ¿cuál es el futuro del Partido Demócrata? ¿Virará hacia la izquierda, tal como presionan Ocasio-Cortez y otras voces del llamado socialismo, o continuará la apuesta por la moderación que encarna Joe Biden y que le ha dado la presidencia?

No han tardado en emerger las divisiones internas. Algunos demócratas del ala más moderada culpan a las bases demócratas más progresistas y las posiciones de izquierda que el partido ha promovido los últimos tiempos de la pérdida de escaños en la Cámara de Representantes y en el Senado. "No tenemos que volver a utilizar las palabras socialista o socialismo nunca más porque la gente se piensa que no pasa nada, pero sí pasa. Hemos perdido buenos miembros [en la Cámara de Representantes] por este motivo", ha dicho la congresista demócrata por Virgínia Abigail Spanbenger, que augura que, en caso de continuar por este camino, los republicanos los "destrozarán" en las elecciones de medio mandato de 2022. Los republicanos también están alimentando este discurso.

Los demócratas más a la izquierda argumentan que Biden y el partido se esforzaron demasiado para ir al centro para tratar de atraer a votantes blancos conservadores y la victoria sobre Trump ha sido muy ajustada, mientras que los más moderados sostienen que los resultados en el Senado y en la Cámara de Representantes demuestran que ir más a la izquierda no es una estrategia exitosa. Para el profesor de ciencia política de la Universidad de Carolina del Norte Steven Greene, "los demócratas tienen que encontrar un equilibrio entre apelar al votante blanco trabajador (los blue collar) y que no se resienta el apoyo de sus bases más de izquierda". Algunos demócratas, ya con la mirada fijada en los próximos comicios, argumentan que el partido tiene que dejar de intentar atraer a votantes blancos sin estudios y conservadores y centrarse en las nuevas generaciones: votantes jóvenes, urbanos y pertenecientes a las minorías.

El Partido Demócrata se ha desplazado hacia la izquierda desde las elecciones de 2016, cosa que el establishment considera que los ha perjudicado. "Los Estados Unidos no son una nación de izquierdas sino de moderados. Los que están a la extrema izquierda nunca ganarán unas elecciones a la Casa Blanca. Si ellos controlan el partido, destrozarán sus perspectivas de futuro", sostiene Gerald Pomper, profesor de ciencia política en la Rutgers University.

Un partido, dos almas

La estrella emergente del Partido Demócrata, Alexandria Ocasio-Cortez, recuerda que las organizaciones pro inmigrantes, los movimientos afroamericanos y las campañas de las congresistas Rashida Tlaib (Michigan) e Ilhan Omar (Minesota) están detrás de victorias demócratas en estados clave y lamenta que el establishment del partido todavía no tenga en cuenta los "activos" de las bases progresistas. Y ha puesto como ejemplo que los candidatos demócratas que han defendido la cobertura sanitaria pública universal (Medicare for all), que Biden no ha adoptado como tampoco el Green NewDeal, han ganado la reelección.

El ala más progresista confiaba en impulsar su agenda durante el mandato de Biden pero, si se tienen en cuenta las recriminaciones de los últimos días, no lo tendrá fácil. Para Steven Greene, "es natural" que una vez ya se ha conseguido el objetivo de hacer a Biden presidente "reaparezcan las divisiones internas". "En cualquier partido político que obtenga más de la mitad del voto nacional, necesariamente tiene que haber diferencias de opinión". Para este politólogo, que los demócratas no obtengan el control del Senado será, a pesar de parecer paradójico, positivo: las diferentes almas del partido se tendrán que esforzar "para trabajar juntas contra un Partido Republicano unificado".

La apuesta por la moderación, el diálogo y el bipartidismo ha llevado a Biden a la Casa Blanca, pero las ganas de echar a Donald Trump también han pesado mucho en su elección. Biden no levantaba las pasiones de Barack Obama, pero es que "el carisma y la retórica de Obama eran únicos y los demócratas lo que necesitan es encontrar el mensaje correcto para tener éxito incluso sin un mensajero tan bueno como Obama, porque no hay tantos como él", dice Greene. La vicepresidenta Kamala Harris parece la heredera natural, al menos en cuanto a la ilusión que su designación despierta, pero todavía es demasiado pronto para poner encima la mesa el nombre del próximo candidato demócrata. Según Pomper, a pesar de que Harris sería una buena opción, "nadie tendría que ser elegido solo por ser mujer o negro". Y recuerda que "nadie había oído hablar de Obama antes de 2004". "Paciencia. Los buenos líderes surgen con el tiempo", concluye.

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