Pinta mal

No podemos seguir viviendo expoliando todo lo que nos rodea. El sistema no es sostenible

Natza Farré
3 min

En la obra 'A la griega' de Steven Berkoff, que todavía se puede ver en el Teatre Lliure de Barcelona (si es que quedan entradas) y que se estrenó en Londres en 1980, el autor se carga casi todo lo que se puede cargar, griegos incluidos. La crítica de los valores de una sociedad, que en el siglo pasado lo hizo tan mal como en este, es demoledora. Y necesaria. Venimos de donde venimos y vamos fatal según los días más negros. El elenco hace un trabajo impecable con un texto implacable, que invita a reír ni que sea por prescripción médica. Pero el público no ríe con tragedias griegas ni británicas. "Y qué si tuviera amianto en el pulmón / y qué si tuviera polvo de carbón en la sangre / y qué si tuviera el cerebro intoxicado de plomo", dice un padre jubilado que paga un precio muy alto y cobra una pensión muy baja. Cuando se pueden utilizar las mismas palabras, en el mismo orden, para describir una situación 40 años más tarde, no hace gracia, es verdad. Pero, ¿y qué, si no hace gracia? Claro que se debe poder reír, digo yo. Que mientras reímos, reconocemos la desgracia.

Científicos de la ONU concluyen que más de un millón de especies de animales y plantas están en peligro de extinción por culpa del ser humano. El ser humano bate récords. Es una especie destructora. Y sí, también hay buenas personas y mala conciencia. Hay de todo. Ya hace días que el panorama es preocupante. Las conclusiones de estos científicos son demoledoras y reales, como una obra de teatro. Alertan de la necesidad de cambio, de una transformación estructural. No podemos continuar haciendo lo que estamos haciendo. No podemos continuar viviendo expoliando todo lo que nos rodea. El sistema no es sostenible. Nos hacen falta otros fundamentos. El que tenemos destruye el entorno y no nos sostiene ni a nosotros mismos. De 300 a 400 millones de toneladas de metales pesados, disolventes y sustancias tóxicas se vierten a las aguas del mundo. Cada año. Por no hablar del plástico, el ritmo de extracciones, la sobreexplotación. No se pueden dar recomendaciones. Se debe hablar de exigencia. El futuro no es opcional. El ser humano es tan necio que se pone en peligro a sí mismo. "Cada paso tuyo pudre lo que hay debajo / transformas los mares en lagos muertos y los cultivos mueren por la peste que es el hombre", dice la Esfinge antes de morir a manos de un hombre. Y el sultán de Brunéi, fuera de la obra de teatro, aunque dentro con sus estigmas, anuncia que no lapidará a homosexuales. El llamamiento al boicot a sus hoteles de lujo hace peligrar su negocio. El lujo es mantener a los reinos. ¿Y qué, si ahora no los lapida? Cuando la moralidad y la decencia pública sólo se basan en conductas sexuales, quizá sea mejor extinguirse y dejar a los animales y a las plantas en su ciclo precioso y cruel.

Hablando de reinos, por fin, como dice la presidenta del Congreso española, Ana Pastor, el rey Felipe VI tiene su retrato en el Parlamento español. Han retirado el de su padre, colaborador en la extinción de especies animales. El retratista se llama Hernán Cortés. Uno con este mismo nombre se encargó hace siglos de cambiar ídolos mexicanos por la Virgen. Todo queda en casa menos los 88.000 euros que ha costado la pintura, que se ha colocado en una sala a la que no acceden los visitantes de la institución. Es una lástima. Porque siempre apetece disfrutar de los retratos de los reyes. Quien ya no verá más a la Virgen es Pitita Ridruejo, una mujer que hablaba de apariciones después de haberse relacionado con medio mundo. Pitita salía siempre en las revistas del corazón que mirábamos con mi yaya, de la que sólo tengo unas cuantas fotografías. Ningún retrato pictórico ni a precio de saldo. ¿Y qué, si me da para reír?

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