COMPAÑEROS DE VIAJE

Los sueños son la verdad

Thomas De Quincey se superó a sí mismo cuando escribió 'Diario de un comedor de opio inglés'

Rafael Argullol
2 min
Els somnis són la veritat

El padre de Thomas De Quincey le procuró una tan esmerada educación que llegó a rozar la extravagancia. De niño, De Quincey, exigido por su preceptor, tenía que traducir cada día los titulares de la prensa al griego: una sutil forma de ennoblecer la vida cotidiana que en la actualidad nadie estaría en condiciones de emular. Por el contrario, De Quincey debió ser un buen discípulo porque en adelante se mostró tan inclinado a profundizar en las simas del espíritu cuanto a evadirse de una cotidianeidad que le aburría y exasperaba. Como consecuencia de esas inclinaciones concibió ensayos de título insuperable, como 'Del asesinato' considerado como una de las bellas artes, y homenajes intelectuales conmovedores, como 'Los últimos días de Immanuel Kant', un retrato-ficción magistral del filósofo alemán.

Dueño de hermosos títulos Thomas De Quincey se superó a sí mismo cuando escribió 'Diario de un comedor de opio inglés', su obra más sobresaliente, una joya de la literatura autobiográfica y una de las primeras descripciones detalladas de las experiencias con drogas alucinógenas. En cierto modo De Quincey inaugura un capítulo propio de la historia literaria que pronto contará con ilustres continuadores como el Baudelaire de 'Los paraísos artificiales' o los "poetas malditos" y que, con el tiempo, incluirá escritos de la maestría de los de Antonin Artaud.

No es de extrañar que los surrealistas adaptaran como propio a Thomas De Quincey o que Aldous Huxley lo asociara con las 'cárceles imaginarias' del grabador veneciano Giovanni Battista Piranesi, considerando a ambos pilares de la moderna arquitectura del inconsciente. De Quincey, en efecto, desdeñó las fronteras entre la realidad y la ficción y proclamó que la única verdad residía, inalcanzable, en nuestros sueños.

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