La buena gente y los violadores en grupo

Tratar de entender porqué lo hacen es el primer paso para parar esta ola de violencia

Sebastià Alzamora
2 min

En ocho meses ha habido 37 casos de violaciones en grupo en España, y estos son los casos de los que se tiene constancia, porque las víctimas les han denunciado. Todos los violadores comparten unas determinadas características: son -por supuesto- hombres, son jóvenes (los hay menores y los hay que tienen treinta y tantos años) y todos responden a ese perfil tan habitual entre los criminales que los suele catalogar como personas absolutamente normales. Muchos de ellos, según personas que les son cercanas, tienen virtudes dignas de ser mencionadas: muy simpáticos, o muy divertidos, o muy generosos, o muy amigos de sus amigos. La mayoría no vienen de la marginalidad ni de la delincuencia, sino de entornos plenamente integrados en la sociedad. No sufren trastornos mentales ni adicciones, son cumplidores en el trabajo, muchos tienen pareja (y, a veces, hijos) y responden sin problemas a la idea estándar del ciudadano ejemplar.

Pero un día se juntan con tres, cuatro o cinco amigos, buenos amigos, y violan a una mujer. Preferentemente joven, necesariamente desvalida. Decir que se convierten en animales es falso: los animales (incluso los que conviven con el hombre, porque dicen que las mascotas aprenden los comportamientos humanos) no violan, y menos en grupo. Intentar entender por qué lo hacen es el primer paso para detener esta ola de violencia, y no es fácil: intervienen muchos factores. Pero hay dos de ellos que hay que subrayar: el efecto llamada que generan otras violaciones anteriores y, sobre todo, un sistema político y mediático que sigue haciendo bandera de la criminalización de las víctimas y de la justificación de la conducta de los violadores. Esto nos lleva a lo más bajo de la miseria humana, pero no sólo la de los criminales: también la de aquellos que, sin decirlo claramente, les animan a hacerlo. No lo dicen del todo, pero se sobreentiende. La buena gente puede dar mucho miedo.

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