No es país para que vote todo el mundo

Hace falta un cambio de legislación que garantice el sufragio activo y pasivo de todas las personas

Susan Kalunge
2 min

Parece increíble que en pleno siglo XXI y en una supuesta “democracia” todavía estemos así. Estamos en medio de un ciclo de campañas y jornadas electorales, pero no todo el mundo ha podido ni podrá participar.

Si tienes el “privilegio” de poder votar, imagina por un momento que eres una persona que lleva aquí muchos años, que paga sus impuestos, que convive, participa y contribuye a la sociedad, pero que cuando deben decidirse los representantes que nos gobernarán, no puede decir lo que piensa: su opinión no vale. No tiene voz y no tiene derecho a decidir cómo quiere que sea su sociedad, porque no tiene nacionalidad española, aunque forma parte del tejido social.

Es un ejemplo más de como los tentáculos racistas de esta sociedad perversa se mueven y condenan a una parte de la población. Vivimos en un país donde no todo el mundo puede votar ni ser electo (es decir, hay quien no pueden ejercer el sufragio ni activo ni pasivo) y donde, por lo tanto, tenemos a ciudadanos de primera y de segunda.

Los datos son aterradores: SOS Racisme calcula que en Cataluña hay entre un 13% y un 15% de personas que no podrán votar en las elecciones municipales por su origen (como consecuencia de la Ley de extranjería). Por eso hace unos días se lanzó el hashtag #FrauDemocràtic para dar apoyo a la campaña 'VotxTothom' y para denunciar nuevamente esta situación injusta y exigir que el voto se vincule a la residencia y no a la nacionalidad.

En este mismo sentido también se ha movilizado parte de la población afectada, con iniciativas propias. La campaña denominada “Votaresunderecho”, liderada por la activista Safia Elaaddam (@hijadeinmigrantes), se hizo viral y permitió denunciar la exclusión que sufren estas personas y visibilizar, una vez más, como se materializa el racismo institucional, que está todavía bien presente en nuestra sociedad. La iniciativa consistía en poner en contacto a personas que podían votar con otras que no podían hacerlo, y las primeras cedían el voto a las segundas.

Y aun un caso más, bien reciente: la CUP ha denunciado que su candidata Shazra Javed no podrá formar parte de las listas municipales porque no tiene la nacionalidad española.

La realidad, pues, es que vivimos en una sociedad que está formada por gente de aquí y de allí, pero que esta gente, a la hora de escoger o de poder ser escogida, no cuenta por igual. Y no podemos resignarnos: en una democracia que lo es al cien por cien, o que quiere serlo, esto no puede pasar. El objetivo es revertirlo y para hacerlo es necesario que nuestras administraciones se impliquen en la erradicación de esta práctica racista y que promuevan acciones que impliquen el cambio de legislación y que garanticen el sufragio activo y pasivo de todas las personas. No podemos permitir que nuestra sociedad separe a las personas por su origen, las instrumentalice y les deniegue derechos fundamentales.

Las personas que tenemos el “privilegio” de poder votar, debemos dar apoyo a esta lucha para hacer que nuestra sociedad sea más justa e igualitaria para todos. Nadie debería ser excluido por su origen a la hora de tomar decisiones colectivas que le afectan.

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