Una nueva nación, contra nadie pero frente a este estado

Suso De Toro
3 min

¿Dónde está el Ejército que no ocupa calles y lugares estratégicos de Catalunya? Voces cavernarias del búnker madrileño siguen invocando al Ejército como garante del statu quo, pero el Parlament y la Generalitat rompieron formalmente con la legalidad del estado español y sólo veo tanquetas de la policía entre tractores y camiones de bomberos.

¿Y por qué Maza, el fiscal de Rajoy, no detiene y mete preso al president Puigdemont? Amenazó con detenerlo y el president lleva días desafiando sus prohibiciones, llamó a votar en el referéndum prohibido, publicó la lista de puntos de votación, afirmó tener las urnas y mostró papeletas imprimiéndose. Será que el súper fiscal de Rajoy no se enteró.

Igual que no es posible sacar al Ejército contra la ciudadanía dentro de la Unión Europea, a pesar de los fervientes deseos del Gobierno y sus hinchas, tampoco es concebible seguir encerrando políticos democráticos y mucho menos al presidente de los catalanes. Es decir, la estrategia que llevó adelante el estado conducido por Rajoy ha fracasado y ha fracasado es porque la sociedad catalana ha vencido.

Una estrategia política autoritaria y militarista que se basaba en usar la fuerza del estado contra una demanda política se estrelló contra la sociedad catalana, lo que quería ser temible amenaza fue derrotado por una resistencia tranquila de gente sin miedo. El ridículo del abusón humillado ante el mundo es total. Para comprender esa derrota y esa victoria hay que conocer lo que se oculta debajo de la fina piel de la democracia española, el franquismo sociológico y político que permite que siga gobernando un presidente y un partido condenado en los tribunales por corrupción probada y calificado de “organización para delinquir”.

Sólo en un país donde no hubo verdadera vida libre y sin miedo es concebible lo que hemos visto estos días, ceremonias de despedida a policías y guardia civiles animándolos a atacar a pacíficos ciudadanos. Ciudadanos, además, que se supone que son conciudadanos y compatriotas. El nacionalismo patriotero implícito en la hinchada futbolera, “¡Soy español, español! ¡A por ellos!” y que no era ni es inocente, se muestra explícitamente llamando a atacar a esos “ellos” que no son “nosotros”. Sobre un país así se levanta el actual estado, el Reino de España, que afronta una crisis frontal, esta vez no son los militares sino una ciudadanía quien lo pone en cuestión. Efectivamente no se trataba de un choque de trenes sino de un barco empecinado que buscó su iceberg. Rajoy es el capitán de un barco que ya entró en la Historia y va a ser el chivo expiatorio de los pecados de intereses de todo tipo refugiados en la corte de este estado centralista y obtuso.

El Gobierno invocará en vano el ordenamiento jurídico pero da igual la jornada del referéndum. Aunque padezca dificultades técnicas debidas a los obstáculos que pone el estado, ya es una realidad política. Europa y el mundo saben perfectamente lo que niega el Gobierno y los medios de comunicación madrileños: un estado dentro de la Unión se comporta como represor y se salta sus propias leyes vigentes y los derechos de los ciudadanos para reprimir una demanda política democrática. Y esa demanda democrática está respaldada por la mayoría de un país llamado Catalunya.

Desde el punto de vista técnico el referéndum será defectuoso, pero a eso sólo se agarra el Gobierno para negar la realidad. Desde la noche del domingo, tendrá consecuencias políticas profundas. Una principalmente, cambia la situación de Catalunya como país. La sociedad catalana ejerciendo su soberanía se constituye en nación política en esa jornada y lo hace afirmándose con serenidad y capacidad, contra nadie pero frente a un estado que pretendió reprimirla. El domingo es el día de la ciudadanía catalana que funda una nación nueva, a partir del lunes será el tiempo de sus políticos que tendrán que gestionar algo tan fuerte y complejo como lo que deja esta jornada.

Entre el momento en que esto escribo y el recuento de votos quedan horas sin que desde el estado, una vez constatado su fracaso, se haya reaccionado. El estado está derrotado democráticamente y Rajoy no tiene un plan B ni podría gestionarlo. Sólo el Jefe del estado de este reino puede actuar y por ahora no lo hecho. A partir del lunes ya no podrá, el camino a la república catalana se está haciendo a la vista del mundo y será el mundo, en primera instancia la Unión Europea, quien tendrá que aceptar la realidad de un nuevo ente político y asumir la responsabilidad de mediar y negociar entre Catalunya y el Reino de España.

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