O ocupación o diálogo

M.Rajoy colocó al Rey en una situación difícil, pero Sánchez no lo saca del apuro

Suso De Toro
4 min

EscritorA Cataluña el Estado le ha vuelto a quitar lo que era de los catalanes. Y no me refiero al funcionamiento del sistema político económico español, al servicio de la burguesía extractiva de la Corte; no me refiero a las reglas del capitalismo español que en realidad son el origen de todo lo que ha ocurrido y ocurre. Me refiero a que le han quitado la autonomía, un autogobierno que el mismo Estado había reconocido como un derecho histórico legítimo suyo.

Cuando las cortes franquistas aprobaron la Ley para la Reforma Política, que luego condujo Adolfo Suárez con tanta audacia como espíritu de diálogo, se reconoció que en la reforma del Estado había que restablecer el autogobierno de las nacionalidades, un autogobierno que ya habían ejercido o plebiscitado en la II República, y así lo recogió esta constitución.

Aquel proceso sufrió una reconducción: el “café para todos” pactado por UCD y PSOE para negar las nacionalidades no había sido suficiente y, tras el golpe del 23F, el PSOE de González redactó inmediatamente la LOAPA para quitar autogobierno a las comunidades. El Tribunal Constitucional de entonces la declaró inconstitucional, cosa que hoy sería absolutamente inimaginable. Precisamente, esa degeneración del Constitucional ilustra como ha ido evolucionando el sistema político español y el Estado.

Las administraciones centrales mantuvieron la constante de negar, retrasar o impugnar competencias a las autonomías, pero fue tras la campaña del PP de M.Rajoy contra el estatuto catalán cuando se llegó a la liquidación política de la autonomía catalana. El 'Estatut' que elaboró y votó el parlamento catalán primero, fue “cepillado” de modo humillante en las Cortes y luego fue el Tribunal Constitucional quien lo sometió a amputaciones varias, concediendo graciosamente a la sociedad catalana un texto que ésta ya no podía reconocer como suyo. El texto por el que se viene regulando la administración catalana desde entonces no fue refrendado y es el que impuso el Constitucional. Queda atrás, y roto, cualquier acuerdo anterior sobre el autogobierno y permanece la imposición de una ley por parte del Estado.

Así, se escuchan voces de dirigentes de todos los partidos estatales, como García Page, contra la misma existencia de la lengua catalana. ¿Quién es García Page? El actual presidente de la autonomía de Castilla La Mancha. Alguien que ocupa un cargo y cobra un sueldo gracias a la lucha y el sacrifico de miles de personas que fueron asesinadas, encarceladas y que se exiliaron de Catalunya, Euskadi y Galicia por luchar por sus reconocimientos nacionales y por el derecho al autogobierno. García Page es un producto del “café para todos”. De él ya no se espera agradecimiento, pero sí al menos respeto y educación. En cambio, habla en nombre del Estado para reprochar a los catalanes que tengan su propia lengua. Así se ha pervertido el sentido de aquellos acuerdos mínimos con los que se reformó el estado franquista. El nacionalismo español está que se sale.

Si algunso políticos socialistas siguen hablando así es porque Pedro Sánchez, que apoyó a M.Rajoy en la aplicación de un verdadero estado de excepción bajo la cobertura del artículo 155 de esta constitución, continúa con esa política. Continúa con la “operación ocupación” y no asume una “operación diálogo”.

Los medios de comunicación españoles, arma de los intereses de la Corte y jaula ideológica para la población, ocultan lo que saben los catalanes: la impunidad con la que campan civiles y policías ultraderechistas. No son hechos anecdóticos, ni un mero resto de la represión del octubre pasado, sinó una parte esencial de la política de ocupación policial del territorio catalán.

Bajo este gobierno se siguen dando pasos en esa misma dirección. No hay información al público de las medidas policiales que toma el Ministerio del Interior; se sabe que PSOE y PP impidieron en el Parlamento investigar la conexión del imán de Ripoll con los servicios secretos del Estado; no se sabe el número de policías y guardia civiles residentes en Catalunya y, en cambio, afloran noticias locales de llegada de nuevos efectivos y de su empadronamiento para poder votar.

Es decir, el Gobierno sabe que la represión y los castigos han aumentado el sentimiento de agravio entre la población, que se mantiene o aumenta el apoyo al independentismo y que cada año se incorporan al censo electoral nuevos jóvenes que han visto o padecido la represión y en consecuencia consecuencia votarán candidaturas soberanistas. Para anular esa realidad social, en vez de dialogar y negociar, el Gobierno lleva foráneos para que voten a favor de las candidaturas españolistas. Trasladar personas, funcionarios del Estado armados en este caso, como colonos es una monstruosidad política. Eso se llama ocupación colonial pura y muy dura.

Sánchez no ha iniciado la “operación diálogo” y éste es el marco en el que las autoridades del estado descenderán del cielo llegadas de Madrid para una ceremonia que recordará un atentado envuelto en las peores sospechas. En estas circunstancias, esa visita es puramente un gesto de autoridad y de posesión sobre un territorio y una población hostil.

M.Rajoy colocó al Rey en una situación difícil, pero Sánchez no lo saca del apuro. El proceso de recentralización y de reforzamiento del españolismo franquista de este Estado finalmente ha llevado a la sociedad catalana, ya de sí mayoritariamente republicana, a cuestionar la monarquía de la casa de Borbón. Lo que está en juego no es sólo la existencia de Catalunya históricamente o su reducción a provincias sometidas a la Corte, sino también la Monarquía. En los territorios monolingües del Estado hay una identificación mayoritaria con la España centralista y monárquica pero a pesar de la burbuja de propaganda, también ahí comprobarán que esta monarquía no es reconocida en Catalunya.

Este estado de cultura militarista tiene la capacidad de reprimir, castigar y ocupar policialmente, pero no podrá solucionar civilizadamente el derecho a existir de los catalanes como nación. Podrá seguir como siempre encarcelando y persiguiendo a los dirigentes políticos catalanes, celebrando que “España es diferente” y quejándose de la “leyenda negra” y de que Europa “no nos comprende” pero Europa seguirá empezando en los Pirineos.

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