Una brecha en el muro

Junqueras, Forn, Turull, Forcadell, Romeva, etcétera, se han quedado sin voz

Toni Soler
3 min
Una escletxa en el mur

PeriodistaLas imágenes de Oriol Junqueras, Joaquim Forn y otros presos políticos en el centro penitenciario de Estremera son un documento de un enorme valor periodístico, y aunque puedan resultar dolorosas para los familiares y los amigos, tienen la virtud de ayudarnos a todos a entender de qué hablamos, cuando nos referimos a la anormalidad de la situación política catalana.

Ver a gente adulta, formada, recta y honesta; gente que ha tenido altas responsabilidades y que ha tomado decisiones relevantes, en una situación de privación de libertad, de alejamiento respecto a la familia y de un régimen que incluye una estancia de 16 horas diarias dentro de una pequeña celda, es una impresión difícil de olvidar, lo cual es exactamente lo que necesitamos: No olvidar el día a día de estos hombres y mujeres privados de libertad.

Cuando pensamos que el castigo es preventivo, que está durando meses y que la causa judicial es una chapuza, todavía resulta más difícil de digerir. Pero no podemos hablar solo en términos humanitarios. Se quiera o no, es muy relevante que los implicados sean antiguos miembros del gobierno catalán, independentistas, "cómplices" del referéndum del 1 de octubre y de todo lo que de allí se deriva. Son, por tanto, presos políticos, que si no están ya en la calle es porque la justicia española considera que no se han arrepentido lo suficiente explícitamente de sus ideas; un planeamiento inadmisible en democracia, y que además quedó rotundamente desmentido en las elecciones del 21 de diciembre.

El encarcelamiento incluye varios castigos en uno. Hay, en primer lugar, la privación de libertad, que es uno de los derechos fundamentales básicos. Pero también existe la incertidumbre, el no saber cuándo acabará la pesadilla; el alejamiento respecto de familiares y amigos (este es un acto de ensañamiento, gentileza de la justicia española); el aburrimiento diario que fácilmente debe generar desánimo y desazón en personas acostumbradas a una actividad febril y a estímulos intelectuales cotidianos; y por último -pero no menos importante- está la invisibilidad.

Es lo contrario de "la pena del telediario". Para los delincuentes, ser expuestos a la opinión pública es una humillación añadida. Para los presos políticos, en cambio, el gran riesgo es la muerte social y mediática. Los presos catalanes tuvieron un gran protagonismo cuando ingresaron en prisión; fueron homenajeados en una de las manifestaciones más grandes de la última década. Todavía ahora son recordados en cientos de municipios catalanes por colectivos que trabajan de forma incansable. Pero lo cierto es que ellos -Junqueras, Forn, Turull, Forcadell, Romeva, etc- están fuera del alcance de las cámaras y los micrófonos. Se han quedado sin voz, y su imagen ha ido desapareciendo de los medios de comunicación, sustituida por unos lazos amarillos que a Inés Arrimadas le parecen contaminantes.

Un castigo añadido

Los presos no pueden dar su opinión, ni ejercer sus responsabilidades políticas si no es a través de intermediarios. Este es un castigo añadido que los políticos exiliados no conocen. Puigdemont y compañía tienen derecho a hablar y lo ejercen con profusión. Continúan presentes en el debate político, en primera persona. Y es bueno que sea así. Bueno para ellos, y bueno para la causa que defienden.

Hace algunas semanas, alguien me preguntó porque Oriol Junqueras ya no salía parodiado en el programa 'Polonia'. Hay una respuesta técnica y una emocional. La técnica es que toda parodia necesita un referente en la realidad informativa, y Junqueras (su imagen) ha dejado de aparecer en los telediarios. La respuesta emocional es que el equipo del programa no se veía con ánimo de bromear -broma a menudo ácida- sobre personajes que están en la cárcel por motivos políticos, que no pueden ver el programa; además, la propia audiencia lo recibiría con disgusto. "Sí, pero mientras tanto los vais invisibilizando", me replicó. Y es cierto, pero para un programa de humor, en este caso ninguna solución es buena.

Sea como fuere, lo que es seguro es que las imágenes obtenidas por el ARA son una brecha en los muros de la prisión, un primer triunfo contra la invisibilización forzada de unos dirigentes políticos que están soportando un castigo injusto. Es gratificante verlos compartiendo sus conocimientos con los demás reclusos, escribiendo, haciéndose mutuamente compañía, participando de los trabajos comunitarios con toda la humildad y con toda la grandeza. Ahora sabemos un poco más cuál es su realidad, y hasta que punto es urgente la necesidad de que el nuevo gobierno español ponga punto y final a esta vergüenza democrática. Esperamos que este documento tan valioso sea de ayuda. Los presos políticos, a casa!

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