Paseando, ahora, por el concilio Vaticano II: con Batllori, Martini y Hans Küng

Converso con mi bueno amigo Josep Maria Benítez-Riera, historiador de la cultura

Valentí Gómez I Oliver
4 min
Tot passejant, ara, pel Concili Vaticà II: amb Batllori, Martini i Hans Küng

Poeta y crítico literarioCuando llegan las fiestas de Navidad siempre visito a mi buen amigo Josep Maria Benítez-Riera, historiador de la cultura, en su refugio de Sant Cugat. Este año, mientras me acercaba con el tren de Sarrià, pensaba que su famoso monasterio tiene uno de los claustros románicos más espectaculares y musicales del mundo. Ya lo escribió el estudioso Marius Schneider en su extraordinario ensayo: El origen musical de los animales-símbolos en la mitología y la escultura antiguas, publicado en Barcelona por el CSIC el año 1946, precisamente en el tercer capítulo: “Cantan las piedras”.

Desconozco el motivo, pero mientras paseaba con Josep Maria por un pequeño bosque cerca del monasterio, me vino a la mente un antiguo aforismo medieval que reza así: “Hay virtud en piedras y yerbas, pero mucho más en las palabras”. [In petris, herbis vis est, sed maxima verbis]. Y relacioné las piedras (los capiteles), las palabras (las preguntas a Josep Maria) y las hierbas (el jardín) con il bosco sacro, una especie de bosque en el que las figuras recortadas de los árboles, recuerdan, si no hilamos demasiado fino, a las originales esculturas de Bomarzo, lugar no muy alejado de Roma.

VGO: Paseando por este “bosco sacro” en el que vives (así lo llamamos nosotros), podríamos hablar sobre un argumento complicado y al mismo tiempo fundamental…

JMBR: Como quieras… Ahora paseo poco por el bosque. Habiendo alcanzado los ochenta años me siento fatigado, ando mal y respiro peor, ya lo ves. Más bien deambulo bajo los pinos y me detengo muy a menudo, observo. No puedo realizar aquellas passeggiate romane que dábamos juntos... ¿De qué podemos hablar? Escoge tu mismo cualquier recuerdo.

VGO: Como me dices que puedo escoger el argumento, me gustaría que me aclarases, muy brevemente, algunas cosas sobre el concilio Vaticano II.

JMBR: ¡Vaya! ¡Es un argumento de peso!

VGO: ¿Cuál ha sido su importancia?

JMBR: Mucha. Mira por donde me estimulas para que hable de un hecho pasado, tal vez con mucho futuro, todavía… Sí, importante. Pero antes de hablar sobre ello te sugiero un recuerdo. Hablamos del concilio sentados, tomando un café, delante de la Fontana di Trevi, en Roma, hará unos veinte años. Me refiero a la portada del libro que estábamos ultimando. Una mano, reproducción de un grabado antiguo. Los cinco dedos de una mano izquierda. ¿Te acuerdas?

VGO: Sí; fue la mejor ilustración para combinar la fuerza del libro que publicamos, 31 Jesuitas se confiesan. Se trataba de una imagen de nuestro cuestionario. El examen de conciencia antes de una confesión. ¿Pero qué tiene que ver con el Vaticano II?

JMBR: ¡Clavado, hombre! Mira: allí se halla el método para analizar la importancia del concilio. Después del primer paso previo, que dice “gratias age”, o actitud de agradecimiento, sigue el segundo paso, denominado “pete lumen”, es decir solicitar poder disponer de la luz de la observación penetrante para llegar al decisivo “examina”, o sea analiza, observa, critica, contrasta. Todo un movimiento inquisitivo para descubrir la “realidad-real”. Y cuando la has visto, entonces “propone”, haz el propósito de aceptarla tal como es. ¡Sé coherente!

VGO: ¿Estás de acuerdo con lo que nos confesó el padre Batllori sobre el concilio? Nos contestó que veía a la Iglesia de principios del tercer milenio “como un fracaso del esperanzador concilio Vaticano II” y así lo remataba: “la frustrante esperanza del Vaticano II”.

JMBR: Lo sé. Lo habíamos hablado muy a menudo. En cierta medida ha sido así, no sólo para él, tal vez hipercrítico pero coherente consigo mismo, sino para muchas otras personas. Acuérdate de que el cardenal Carlo Maria Martini, incluso siendo cardenal, ¡ya habló con agudeza de un deseable concilio Vaticano III!

VGO: Es cierto y quizá el cardenal jesuita Martini lo relacionaba con las argumentaciones del teólogo suizo Hans Küng. ¿No es así?

JMBR: A medias. No ligaban del todo, desgraciadamente. Sin embargo, ¡que tripleta: Batllori, Martini y Hans Küng! Ojalá hubieran podido trabajar juntos. Un historiador, un biblista y un teólogo revisando el concilio bien coordinados.

VGO: Sería aquello del “sic vos non…” de Virgilio.

JMBR: Sí. Podría ser aplicable a cada uno de ellos. El sic vos non vobis mellificates, apes; (Así vosotras, no para vosotras, hacéis la miel, abejas). Tres grandes sabios libando de las flores de los documentos conciliares una miel exquisita, ¡qué reelaboración del Vaticano II tan provechosa habría podido surgir!

VGO: Hablemos de ello, si quieres. Si fuera posible lo que dices, ¿cómo sería dicha reelaboración?

JMBR: Hoy no, Valentí. Contempla, ya anochece. Lo hablaremos otro día. Permite que ahora divague mientras todavía vemos los pinos, son reales. El terral los mece. Observamos este pino concreto. Es fresco y brillante. No “vemos”, sin embargo, la savia que le permite vivir bien fresco. La savia que mantiene tan ufanas sus hojas filiformes. Y, no obstante, sabemos que vive porque chupa la savia invisible. Si no ocurriera esto el pino estaría seco. La savia, esta linfa que lo alimenta, este humor viscoso vital que lo mantiene vivo, ufano, verde, luminoso. No la vemos ni tú ni yo. Pero está ahí. Es real. Una realidad más allá de nuestros ojos. Y hemos de aceptar que está allí. Es una evidencia. Todo tan sencillo, tan evidente, tal vez tan claro, y… tan invisible.

Las sombras, casi sin darnos cuenta, han empezado a amontonarse por todos lados y si bien la naturaleza es admirable en las cosas mínimas, la falta de luz nos ha obligado a dejar atrás, de momento, el fascinante y conmovedor Bosco Sacro y esta breve conversación sobre un argumento, tal vez tan importante como el concilio Vaticano II, que es al mismo tiempo, visible e invisible, vivo y no muerto, frustrante o entusiasmador. Dependerá del punto de vista de cada uno de nosotros.

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