¿Queda claro?

Los gestos de distensión, incluso excesivos, han sido sólo del lado catalán

Vicenç Villatoro
1 min

Todas y las angustias y las incertidumbres del día valen la pena si queda clara una cosa a todos: en el debate entre Catalunya y España hay una parte que quiere dialogar y una parte que niega toda posibilidad de diálogo, que quiere imponer y que sólo acepta la rendición como respuesta. Todos los supuestos equidistantes que pedían sacrificios sólo a un lado, diciendo que si los hacían ya llegaría la respuesta positiva de la otra, han quedado fuera de juego. El president Puigdemont llegó hasta el límite y más allá del límite, jugándosela de una manera que a muchos nos ha preocupado y alarmado. Pero ni así. El objetivo del 155 no es volver donde estábamos, lo que llaman restaurar la legalidad, sino llegar a un lugar nuevo, a una involución. Los gestos de distensión, incluso excesivos, han sido sólo de un lado.

Detener el 155 era un precio muy barato para el estado, por unas elecciones autonómicas. Había muchas más cosas a pedirle: la libertad de los presos, el inicio de las negociaciones, el levantamiento del estado de sitio. Pues no se ha aceptado ni la mínima. Queda claro, pues. El soberanismo ya ha puesto sobre la mesa todos los sacrificios, sin respuesta. Ahora tiene las manos libres. Esto no le evita el sufrimiento y la resistencia. Pero le carga aún más de razón.

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