08/03/2019

Crónica de una misión imposible: el dispositivo policial del 1-O

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Castellví saludant l’aleshores ministre Juan Ignacio Zoido, en una imatge d’arxiu.

Madrid“Nos equivocamos todos”. Estas palabras pronunció el extitular de la Comisaría General de Información de los Mossos, Manuel Castellví, al final del interrogatorio de la abogada del Estado Rosa María Seoane. La pregunta: ¿los acontecimientos del 1 de octubre de 2017 se acomodaron a su previsión de riesgos?

Tras explicar que el dispositivo final conjunto de los Mossos, Guardia Civil y Policía Nacional resultó “insuficiente”, la abogada quiso extraer más: ¿el dispositivo había sido “adecuado”? Y se produjo un silencio en la sala. El presidente Manuel Marchena intervino: “No hace falta que lo valore”. Es decir: Castellví, conjeturas retrospectivas, no.

Castellví, a diferencia de sus antecesores de esa jornada en el sillón de cuero verde de los testigos, es decir, de Sebastián Trapote, exjefe Superior de Policía de Cataluña, y Ángel Gozalo, jefe de la Guardia Civil en Cataluña, no es hombre que hilvane las frases con facilidad. Se nota cómo su cerebro va surfeando por palabras y conceptos. Encaja en la personalidad de los espías o directores de inteligencia, por así llamar a los responsables policiales de esa materia prima tan valiosa como creativa que es la información. Se proponía Castellví navegar entre dos aguas: políticos y policías. Y decir: los Mossos, finalmente, en los últimos días previos al 1-O, se fundieron con la Guardia Civil y la Policía Nacional y crearon, ya muy tardíamente, un cuerpo de tres cabezas. Ese monstruo estaba destinado al fracaso porque estábamos ante una movilización sin precedentes, una superdiada, que venía gestándose desde hacía tiempo. Imparable.

Seguir a fiscales, abogacía del Estado y defensas tras la pista de las instrucciones de la Fiscalía del TSJC, primero, y el auto de la juez Mercedes Armas del 27 de septiembre de 2017, después, es muy entretenido. Saber si ese auto dejaba sin efecto, o complementaba, las instrucciones anteriores, indagar en el cumplimiento de las visitas a los 2.239 centros de votación previstos, sin responder a la siguiente pregunta (-¡Elemental doctor Watson!-) es ganas de marear la perdiz. Sabiendo por las brigadas de información, la televisión y las redes sociales que los centros de votación estaban ocupados antes del fin de semana del 1-O, ¿quién sería el guapo -GC, CNP y Mossos- que iba a ir al TSJC a pedirle a la juez Armas una nueva y urgente instrucción, instantánea, para desalojar dichos centros inmediatamente y por la fuerza? No existió ese guapo. Todos miraron hacia otro lado, incluido el coordinador Pérez de los Cobos. Porque, en efecto, se trataba de una misión imposible… a menos que a alguien se le pasara por la cabeza convertir Cataluña en una inmensa sala de despiece.

Los testimonios de Trapote y de Gozalo, a diferencia de esa coordinación impecable que se arroga el coronel Diego Pérez de los Cobos -premiado por Mariano Rajoy con el mando de la Comandancia de Madrid en marzo de 2018- no hablan más que de una apariencia de coordinación burocrático-administrativa. Ambos desconocían, por ejemplo, el plan de los Mossos, según han confesado. Castellví aportó material a la acusación y al tribunal al depositar la responsabilidad del 1-O y de su masividad en los políticos del Govern de la Generalitat al tiempo que buscaba descargarla de los Mossos.

La jornada del 28 de septiembre de 2017 es crucial por los dos encuentros que tuvieron lugar. El primero, por orden de aparición, sobre el que ya hemos dado cuenta en esta columna, fue la reunión de la Junta de Seguridad de Cataluña durante la mañana en el Palacio de Pedralbes. Pero he aquí que los comisarios de los Mossos, con Josep Lluís Trapero al frente, quien había acudido a la Junta, solicitaron también una reunión al president Puigdemont, quien les recibió esa misma tarde del 28 en al Palau de la Generalitat, junto con el vicepresident Oriol Junqueras y Joaquim Forn.

Según el relato que ha hecho Castellví, fue él en su calidad de Comisario General de Información quien expuso la situación sobre la base de un informe sobre riesgos. No solo, como ya había dicho Trapero en la Junta de Seguridad, se esperaba que salieran a la calle para votar más de 2 millones de personas sino sobre la posibilidad de enfrentamientos y actos violentos, según explicó Castellví, por el choque entre la voluntad de la gente de votar y la misión de las fuerzas policiales - Mossos, GC y CNP- de impedirlo. De hecho se puso sobre la mesa por la posibilidad de desconvocar. Según Castellví, fue Junqueras quien llevó la voz cantante al explicar que el referéndum era una decisión irreversible y un mandato popular. Y Puigdemont dijo que no había marcha atrás y que si bien se ponía en lugar de los Mossos en relación al mandato judicial del 27 de septiembre, el referéndum se celebraría. Forn, según Castellví, no habló.

Al día siguiente, viernes 29 de septiembre, el comisario Ferrán López reunió a los mandos de los Mossos en el auditorio del Complejo Centro y les informó del contenido de los últimos encuentros de coordinación con Pérez de los Cobos, la GC y CNP, y las pautas de actuación a 48 horas del 1-O para desplegar un solo dispositivo con tres cuerpos policiales. Luego otro comisario expuso sobre el dispositivo.

El mayor Trapero ha vuelto a ser el centro de la jornada policial en el Supremo. Castellví intentó descolgar la cabeza de turco del desastre policial del 1-O y puso el énfasis en los políticos del Govern. Trapero ha sido citado para declarar en calidad de testigo el próximo miércoles 14 de marzo. Habida cuenta de que está acusado por rebelión en la Audiencia Nacional, puede acudir asistido de su letrada, Olga Tubau. Y tiene el derecho, dada su peculiar posición, de negarse a declarar.

No es fácil decidir. Porque, ¿qué tiene a ganar en un juicio que no es el suyo? Es muy difícil que lo que vaya a decir influya en el tribunal y, por en contrario, sus argumentos podrían ser utilizados en la sentencia. Y como esta saldrá antes del juicio de la Audiencia Nacional, llegaría Trapero con una cruz a dicho proceso. Pero al tiempo, su cabeza de turco está colgada en el Supremo y se espera que haga un intento de descolgarla después de tantas declaraciones contra él y los Mossos. Tanto él como su abogada deshojan la margarita.

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